Empieza el segundo tiempo del gobierno. Se hundió en el Congreso la reforma a la salud y el presidente con un solo tuit expidió el nuevo sistema de salud por decreto: manuales tarifarios, redes de salud, giro directo, un “sistema” preventivo; todo lo que el Congreso rechazó. Petro culpó a Keralty del resultado adverso que tuvo su proyecto, pese a que incluso partidos de gobierno y las más destacadas figuras de opinión de aquellos que alguna vez lo apoyaron, todos como los expertos, insistían en la inconveniencia del proyecto. La retaliación -como incluso lo reconoció el Presidente-, fue expropiar la EPS Sanitas usando una arbitraria intervención por la Superintendencia.
La superintendencia tradicionalmente ha estado concentrada en prevenir fallas de servicios y la pérdida de recursos. Una intervención con vocación de administrar la empresa es muy extraña. Y, sobre todo, muestra que el interés no es el servicio sino la administración de los recursos.
Sanitas ha sido una de las EPS más destacadas en el país. Sus indicadores tradicionalmente han sido de los mejores. Desde la llegada de este gobierno; la situación fue cambiando. El gobierno se propuso desde el inicio darle muerte a las EPS y al sistema. Sostenían, contra toda la evidencia de estudios y mediciones internacionales, que el sistema de salud colombiano era el peor del mundo. Y miraban con ilusión el de Cuba.
Fue así como la ministra Corcho decidió cortarle los recursos a la salud. Las EPS advirtieron la insuficiencia de la UPC, que había sido reconocida ya desde el gobierno Duque. Sin el aumento necesario de la UPC se iba a quebrar el sistema. No solo no ajustó la UPC, sino que además retrasó el pago de presupuestos máximos. La decisión fue clara: el gobierno se propuso quebrar el sistema.
El desfinanciamiento de las EPS hoy supera los 10 billones. Y con ello lograron que las EPS no cumplieran con requisitos de reservas técnicas y patrimonio adecuado. Tenían entonces la habilitación legal para intervenirlas. Pero es evidente, que las circunstancias que dan lugar a intervenirlas fueron creadas por el gobierno Petro a propósito.
La intervención de la Nueva EPS se puede explicar por varias cosas. La primera, es que fue tan apresurada e improvisada la intervención de Sanitas que incluyeron las cifras de la Nueva EPS. Entre otras cosas porque los indicadores de la Nueva EPs también tienen problemas pues ha sido igualmente afectada por lo que hemos explicado. Además, les quedaba la junta directiva conformada por el sector privado, la cual con la intervención desaparece.
La mala fe en la actuación del gobierno es tan evidente que apenas intervinieron esas EPS ahora sí pagaron los presupuestos máximos y accedieron a discutir la insuficiencia de la UPC.
Lo más triste es que ya hay evidencia de que la administración del sistema por parte de este gobierno, será parecida a su administración de lo demás: pagan dos veces la nómina, pierden los juegos panamericanos, se les vencen las vacunas, no pueden comprar medicamentos… evidencia de aquello es la intervención de SaviaSalud cuyos indicadores como los de las demás EPS intervenidas han venido deteriorándose. Hay menos citas, más demoras en los medicamentos, y las deudas se acumulan cada vez más grandes en los hospitales.
Este es un segundo tiempo. El presidente ha dejado ver que no está dispuesto a aceptar los límites y contrapesos del sistema democrático. Va a usar todo el poder que tiene el presidencialismo y lo hará aún por encima de los mandatos de la ley. Se le ven las orejas de lobo y los dientes de lobo. Lo que le espera a Colombia no será fácil. Hemos iniciado una ruta de rompimiento institucional y de características antidemocráticas.