DECIR hoy que con lo que come uno comen dos, es puro cuento, pura carreta. Alguien quedaría con hambre, o peor, no habría suficiente para echar a la olla.
Lo cito a propósito del éxodo de venezolanos al país, gentes de todas las condiciones, buenas y malas personas, trabajadores, pero también algunos que llegan a delinquir, a mendigar que es lo suyo.
No hay comida para tanta gente o al menos no la estamos viendo.
No hay cama para tanto extranjero, tampoco alcanzan para los nacionales.
El presidente Duque en legítima defensa de la democracia y el respeto a venezolanos que pasan hambre, convocó en Naciones Unidas la unidad internacional contra el régimen de Maduro.
Sin embargo, tanta diplomacia global bien podría emplearse en lograr consensos económicos que permitan mitigar el drama que viven venezolanos fuera de su nación.
Además, las calenturas acentuadas con alevosía desde el vecino país no deben ser confrontadas con igual tono, pues caemos en un correo de brujas.
La firmeza del Gobierno colombiano es evidente contra el régimen dictatorial. Lo que no significa caer en la trampa del otro, morder el anzuelo y morir por la boca.
Es vital la apuesta del Ejecutivo por la democracia continental, pero con énfasis en venezolanos que continúan pasando por nuestra frontera común.
Saber qué vamos a hacer de aquí al 2020 cuando se estima que la población de Venezuela en nuestro territorio podría rozar tres millones de personas.
Una comunidad que va a procrear, a requerir espacio, tierra, comida, salud, educación y vivienda.
Es ahí donde las autoridades deben actuar. En suministrar bienes y servicios, empleo y asistencia social a miles de familias que ingresaron y se quieren quedar aquí.
De la misma forma en que la eurozona trabaja en alianza estratégica de financiación compartida para que refugiados no se queden solamente en Alemania, el presidente Duque haría bien en llamar atención de la ONU para consolidar fondo de asistencia financiera que ayude a mitigar necesidades de esa población en Colombia.
Plata no hay para financiar a tantos venezolanos, principalmente a los que no consiguen un trabajo. Y va a ser difícil debido a que la dinámica empresarial no da para ampliar nómina. No olvidar que son casi 500 mil venezolanos indocumentados.
Urge acuerdo social para optimizar recursos destinados a planes de socialización de venezolanos.
Preocupa lo que a diario vemos en calles de pueblo y ciudades. Miles de mujeres y hombres, niños y adultos buscando territorio para echar raíces en Colombia.
Son familias que no tienen previsto retornar a Venezuela. Primero porque la situación allá es insostenible, y segundo, porque tienen la fe de que entre nosotros pueden encontrar un nuevo mejor comienzo.
Con la creciente inseguridad ciudadana, aumento del desempleo urbano y rural, lento desempeño de la economía nacional y dificultades en industria y comercio para abrir vacantes, el panorama luce sombrío.
Llegan más venezolanos y muchos se van a quedar.