Hace cerca de una década indicadores sociales del Dane destacaron inusitado crecimiento poblacional en Soacha, municipio cundinamarqués convertido en una pesada carga en la espalda de Bogotá.
Las cifras de ese momento señalaban que cerca de 600 mil personas habitaban su territorio, sometido a un intenso movimiento migratorio desde distintos lugares del país.
El fenómeno era atribuido a la presión de guerrillas contra comunidades campesinas e indígenas en varios departamentos.
Ahora, 10 años después, se voltea la página con ribetes alarmantes, al indicarse que 1 millón 300 mil personas hacen parte del interminable desfile migratorio a Soacha, según fundaciones sociales y organizaciones no gubernamentales que trabajan en la zona.
Aumenta la alerta Acnur, programa de Naciones Unidas para atención de refugiados. Sus unidades con experiencia en el ámbito de auxilio humanitario indican de manera informal a esta columna que la población puede estar en millón 500 mil personas.
La mezcla del desplazamiento ha buscado distintas áreas para instalar cambuches, toldos y viviendas con desechos de construcción en la periferia municipal.
Que se entienda que la situación no es para transmitir un drama televisado de hambre, dolor y lágrimas, o compararlo con el Bronx. Es otra cosa, porque es una urbe en vía de ingreso a la capital, objetivo de los migrantes. La emergencia comenzó a sacudir Sibaté, municipio vecino.
Se trata es de construir soluciones, a propósito de paz, con humanidad para todos. El municipio cuenta en varios sectores con programas de vivienda decorosa de interés social para trabajadores en Bogotá y Cundinamarca, financiados por instituciones de subsidio familiar.
Hay dos contrastes marcados: Quienes mantienen esa esperanza por culminar el pago de un techo propio, adquirido con su trabajo; y el otro, quienes sufren frustración y olvido, desplazados desde Chocó, Cauca y suroriente del país, regiones con focos de crisis total.
La exigencia para responder con servicio oportuno en el sur de Cundinamarca sobrepasa meritorios esfuerzos de autoridades civiles y de Policía, así como organismos humanitarios. Lo reconocen sus habitantes. Quedan cortas las estrategias por falta de recursos económicos.
La comunidad, con urgencia, reclama acción de Gobierno Nacional para salvar a Soacha, no sólo con operativos contra droga, depósitos de contrabando y comercio de armas, entre otros. Organizaciones sociales, sugieren un plan retorno para que desplazados vayan a sus sitios de origen en condiciones de protección.
Es el cuadro de migrantes y marginados estrechados en nudo deshumanizado en Soacha, que ahora amenaza con estallido social.
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