Sagrado Corazón, en vos confío… | El Nuevo Siglo
Sábado, 18 de Junio de 2022

Podríamos comenzar por decir que en política todo se reduce a "lo que da la tierra" y, en últimas " a tener confianza".  Vistas así las cosas es evidente que entre las opciones de votar hoy domingo entre Gustavo Petro Urrego y Rodolfo Hernández, la sensatez inclinaría la balanza hacía el segundo. ¿Por qué? Al primero el país lo conoce demasiado y al segundo lo distingue muy poco. Aquí es donde reside verdaderamente el enigma.

A Petro hay que reconocerle una inteligencia fuera de lo común, pero infortunadamente acompañada de una soberbia de iguales dimensiones. De Hernández hay que resaltar su decencia, pero también una gran ingenuidad, muy peligrosa en los escenarios que le tocará frecuentar. En especial su desconocimiento del Estado como un todo.  Quizás lo mejor sería encomendarnos al Sagrado Corazón de Jesús y cruzar los dedos durante los próximos cuatro años y confiar en sus buenas intenciones. Y apoyarlo sinceramente, por la sencilla razón de que como le vaya a él nos irá a todos nosotros....

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Pero sigamos con el tema.  Entre las ideas fijas que tiene Don Rodolfo está la que le será muy difícil trabajar en la Casa de Nariño porque el orinal está a tres cuadras de su despacho. Y que el mantenimiento del Palacio cuesta una millonada. A él le gustaría volverlo un Museo para las obras de Botero. Considera una sinvergüencería dar carro oficial a los ministros, "es mejor es que utilicen taxis".

Puede que la clase política adolezca de muchas imperfecciones, pero no debemos olvidar que la gobernabilidad, que es lo que finalmente cuenta, sólo se logra armonizando estas relaciones. Otra cuestión vital es el manejo de las relaciones exteriores, así "cuesten un dineral " las embajadas y los consulados. No nos imaginamos cómo se va a restablecer las maltrechas relaciones con Venezuela, decisión crucial para su cuatrienio.

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Vergüenza ajena es la que se sufre viendo las dantescas escenas del asalto al Capitolio estadounidense por hordas facinerosas dirigidas por el expresidente Donald Trump.  "El emperador del caos", según calificación del New York Times. Miles de energúmenos violaron los sagrados recintos de la democracia americana y se mostraron como una banda criminal digna de las peores secuencias. Una jornada para la infamia. Trataban de desconocer el limpio triunfo de Joe Biden.

El Congreso ha creado una Comisión Especial para pronunciarse definitivamente sobre estos hechos. Se esperan largas sesiones que ilustrarán al pueblo americano sobre porqué deberá defenestrar a Trump de las páginas de su historia, pero sobre todo cerrarle toda posibilidad a una aspiración suya de volver a la Casa Blanca. Los propios hijos de Trump han tomado distancia de su padre y han declarado que no hay razones válidas para reclamar fraude alguno.

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Hay serias inquietudes de que el mundo se encamina hacia una conflagración nuclear. Hace poco se hizo un inventario sobre el número de cabezas nucleares que hay disponibles y se llegó a la conclusión que nueve naciones poseen un arsenal suficiente para hacer volar el planeta en pedazos. Esas potencias tienen listas para ser disparadas doce mil ojivas. Alucinante.

Adenda Uno.  Ver por estos días los distintos noticieros de televisión es ver una espeluznante narrativa de crónica roja. En un sólo noticiero dedicaron el noventa por ciento de su espacio a la descripción detallada de secuestros y asesinatos. Se podría decir que las verdaderas estrellas de la pantalla chica son los facinerosos de la jornada.

Adenda Dos.  La deforestación criminal está acabando con nuestros bosques tropicales.  Más de seiscientas mil hectáreas han sido destruidas. Y la ausencia del Estado es el denominador común en todas las regiones. Una rampante impunidad es la garantía final para los responsables de la depredación. Nadie es doliente.