Se expone “Reforma a la política, reformas políticas y consolidación de la paz”, de Clara Rocío Rodríguez Pico, incluido en ¿Cómo Mejorar a Colombia? 25 ideas para reparar el futuro (Universidad Nacional de Colombia, Ariel, Editorial Planeta Colombiana, Bogotá, 2018). Deja la autora la impresión de pertenecer a una línea pesimista impulsada por un sentido correcto, en gran parte, de la realidad y juzgue el lector: corrupción política inclusive en la rama judicial; no se ha logrado la consolidación de la paz y, por ende, la reforma política firme es mirada con escepticismo; Colombia es un país “santanderista”, es decir, se otorga valor a las normas y se las viola; hecha la ley, hecha la trampa; no se esperan grandes cambios desde el Congreso; tiene limitaciones el modelo de democracia liberal representativa; el Frente Nacional generó violencia, narcotráfico, incapacidad de proporcionar servicios y fue un acuerdo entre las élites liberal y conservadora.
El balance de las reformas adelantadas es agridulce, por ejemplo, la Constitución de 1991; la elección popular de alcaldes; la creación de nuevos partidos políticos; las reformas políticas de 2004, 2009 y 2015 relativas a la reelección inmediata; contrarrestar parapolítica; leyes estatutarias; evitar favorecer intereses particulares; no se evitó el transfugismo.
Era necesario, de todas maneras, emprender esfuerzos para lograr la paz y se recuerdan las tesis de “La promesa incumplida” y los “caudillos salvadores” (se duda su validez); el acuerdo de La Habana impulsó la inclusión; viene el fast track; estatuto de la oposición; participación política Farc; se rechazan el chavismo y el castrochavismo; se impulsa la participación política.
Luego sigue “Un parto de los montes. Apuntes sobre la paz en Colombia”, cuyo autor, Antanas Mockus, desea una paz que transforme a Colombia, lo cual requiere legalidad; transformación radical de la gestión pública; reacción contra el terrorismo emprendido contra la población civil con fines políticos o religiosos; emprender acuerdos de paz y esto último ha obtenido respaldo internacional y no del todo en lo doméstico.
Sin embargo, persisten problemas, v.g. narcotráfico; corrupción privada y pública; clientelismo; insatisfacción y hostilidad con el acuerdo de La Habana, frente a lo cual se requiere un timonazo en la gestión pública; avanzar en el Estado Social de Derecho; rechazar el populismo; evitar “todas las formas de lucha”; impulsar la educación; promover alta creatividad; progresar las clases medias; volver científicas e intelectuales las profesiones; aplicar el conocimiento por empresarios e intelectuales y reconocer que constituye la fuente más dinámica de riqueza y poder. La educación es la más alta prioridad presupuestal con Santos y se incrementa con el presidente Duque y las huelgas estudiantiles.