Nieto y la verdad
“Se ha jugado de lleno por un Estado tradicionalmente desprotegido en materia de defensa jurídica”
Tema difícil el de la justicia y el derecho. Aún más difícil el de la política. Pero cuando ambos asuntos se mezclan, la complejidad es suprema.
Rafael Nieto Loaiza es, de lejos y sin duda, el más notable abogado de su generación. Tan importante es que puede, como pocos, resaltar en el mundo jurídico, en el de la consultoría y en el político. En todos sobresale por su contundencia, lucidez, locuaz proceder e intachable conducta.
Sin embargo, Nieto tiene un grave problema. Gravísimo si se vive, litiga y opina en Colombia: ¡fue educado en principios!. Unos principios caros a la estabilidad emocional personal y familiar porque los detractores son mucho más que los amigos.
Asume como propio el principio de la verdad. En tratándose de política dice lo que piensa y siente, y con sus comentarios pone a pensar a más de uno y a temblar, en veces, al gobierno mismo. Siempre dice la verdad, así duela y sus opositores se retuerzan. Y la verdad es que la justicia colombiana ha fallado, no en firme, el caso del Palacio de Justicia, ergo, una justicia subsidiaria como la de la Cidh no podría, en legalidad, asumir competencia. Pero ella, la colombiana, ha errado sistemática y públicamente por cuanto sus tres fallos conocidos, a pesar de surgir de unos mismos hechos han encontrado unas soluciones radicalmente diferentes. Por lo demás, y por fortuna nuestra, esos fallos no están en firme, de manera que se puede afirmar, con pulcritud, que no hay cosa juzgada.
Empero, lo de fondo, lo que duele, es un asunto político a pesar de que se encuadre en las arenas de lo judicial. Nieto Loaiza asumió valientemente promulgar la verdad advirtiendo esos elementos para jugársela de lleno por un Estado tradicionalmente desprotegido en materia de defensa jurídica. ¿Es que acaso el reciente fallo de la Haya ya se nos olvidó?
Recordemos que los juicios ante la Cidh son fundamentalmente políticos. Sentencias, incluso, por desaparecidos o muertos que nunca existieron (cosa que en algunos casos ha llevado a que los colectivos de abogados tuvieran que devolver ingentes sumas de dinero por los falsos positivos), confirma lo dicho.
El único abogado que ha podido sacar una victoria parcial en este tsunami ha sido Nieto, pero a los radicales de izquierda eso les duele más que cualquier cosa.
Que asumió la defensa en poco tiempo, sí, pero ese no es un problema de quien valerosa y patrióticamente decide defender al Estado antes que rehuir a sus responsabilidades profesionales para dejar sin defensa a la nación. ¿Qué es mejor, una magistral defensa construida en poco tiempo o un pleito sin defensa?
En suma, hasta que no existan fallos definitivos no se puede hablar de verdad jurídica y hasta que ello no ocurra, cualquier abogado defensor debe hacer valer la duda a favor de su defendido.
*Presidente de la Corporación Pensamiento Siglo XXI.