La confusión en economía comunitaria asoma siempre en épocas de estrechez y temor, como la desatada ahora por la Reforma Tributaria. El brote más vistoso está en precios de canasta popular confundidos o alterados al ciudadano; adquieren volúmenes en alimentos, bebidas, materiales y piezas, utilizadas en comercio y manufacturas.
Oportuno advertir que los especuladores, socios de los acaparadores, son actores de desórdenes en ciudades, municipios de mediano crecimiento, barrios y veredas.
“Generan pánico diciendo que todo sube por la pandemia y las cuarentenas muy seguidas.” Así lo recibe la ciudadanía, enfrentada a los expendedores en el trasfondo del supuesto comercio de quienes encuentran negocio con engaño.”, Según opinión pública escuchada.
Eso sumó pérdidas en los dos meses pasados; además de despidos de empleados en locales de barrios y poblaciones periféricas; En centros comerciales no han sido pocos; Hay locales devueltos a sus propietarios, o arrendatarios, por arriendos elevados.
75 por ciento de países reconocidos por el Plan Mundial de Alimentos y Productos Preferentes -impulsado por Naciones Unidas -, recomienda control para distribución y venta de artículos de consumo. Sin cerrar puertas a lo exagerado.
Quizá esta vez, es la primera intervención de un organismo internacional de alimentos, como el aquí mencionado “mete cucharada válida,” en la mesa alimentaria del país, al recorrer zonas de dispenso agrícola e industrial, en poblaciones de algunos de departamentos.
El desborde alcista es de hecho negocio fraudulento; escondido, por los mismos acaparadores y especuladores con depósito propio. Los aumentos están vivos en pequeños y medianos supermercados, con alzas del 15 y hasta el 20 por ciento; Igual sucede con medicamentos en farmacias ubicadas en zonas residenciales.
Las farmacias están llamadas a ofrecer listados y precios de sus medicamentos al público, conservando nombre del laboratorio y características del producto.
Debería actuar la Superintendencia de Industria y Comercio; cuando lo ha hecho genera aporte de valor al ciudadano y a la misma Super; algunos medicamentos son manipulados en su precio al público de una semana a otra.
También está manipulada la franja que corresponde a productos de tocador. Es un principio exigente para el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo definir una campaña para proteger al consumidor, mediante control de calidad sobres la en la elaboración de cremas, lociones, pastillas y jarabes según tratamientos.
El revuelto fármaco y alimenticio, lo atribuyen consumidores a la aparición de marcas desconocidas en mercados populares, con expendio de líneas, como tónicos, reconstituyentes y, vitamínicos varios con materias químicas, que no dominan los compradores.
Así abrió camino el desborde de precios atribuyendo la carga, a los efectos en cierres por pandemia y en cuarentenas; Además, con incomodidad para empleados en jornadas de más de 8 horas laborando como expendedores.
Este comercio no se puede delegar a irresponsables. Lo válido para creer, debe tener identidad autorizada en ciudades y localidades periféricas, en todo departamento, con vigilancia de Invima y MinSalud. La distribución desordenada de alimentos y otros, como medicamentos, es parte del revuelto en el que muchos expendedores especulan a granel.