Dado que este planeta está en fase de experimentación, nuestras vidas son un constante escenario de aprendizaje, entre aciertos y errores. Todo el tiempo estamos tomando decisiones.
Me enfoco hoy aquellas que tienen que ver con nuestra vida personal, con las elecciones que hacemos cada día para tener una vida más plena, para resolver los problemas que surgen a cada instante. Antes dedico unas líneas a la palabra problema, tan desprestigiada últimamente, pero tan cierta en su definición: un problema es algo que implica una solución, tan sencillo y poderoso como ello.
Mientras que el problema se enfoca en una respuesta ante cierta circunstancia, otras palabras como desafío o reto -que no son sinónimas de problema- se enfocan en la confrontación y la rivalidad. Es el lenguaje de la guerra, que estamos llamados a superar para crear nuevas realidades; cada quien lo podrá hacer en su momento, como parte de la evolución. A propósito de decisiones, yo elijo dejar de vibrar en la competencia y la guerra, elección que es más demandante que dejarse arrastrar por la corriente patriarcal del enfrentamiento.
Podemos resolver los problemas de manera más efectiva cuando nos tomamos unos minutos para centrarnos en nuestro ser y nos desidentificamos de las emociones. No somos la rabia que emerge en un momento de frustración; tampoco la tristeza por una pérdida, grande o pequeña; no somos la euforia por un éxito ni el miedo que nos invade ante un peligro. Cuando creemos que somos nuestras emociones, y no las reconocemos como eventos pasajeros, decidimos desde nuestras pasiones y corremos el riesgo de acrecentar los problemas. Es aquí cuando es clave tomar consciencia de la respiración: cuando nos centramos en darnos cuenta de cómo estamos respirando, en el aire que entra y en el aire que sale, nos ponemos inmediatamente en presente. El acto automático de respirar se convierte en el ancla consciente que nos permite reconocer que no somos las emociones que transitan por nuestra vida, sino seres conectados con algo más grande, que a la vez nos habita y nos envuelve.
Cuando vivimos en presente, podemos ver los problemas desde otra perspectiva que nos permite reconocer múltiples soluciones. Mientras que desde las emociones las salidas son pocas -cuando no una sola-, desde estar plenamente presentes, respirando, las opciones se multiplican. No hay lucha ni pelea ni competencia, aunque estemos rodeados de todo ello. Al permanecer conscientes de nuestra respiración, de la sensación física de plenitud en nuestros pulmones y todo nuestro cuerpo, solo hay espacio para la conexión. Es gracias a esta que podemos tener claridad mental y emocional, de tal manera que vamos resolviendo más efectivamente la vida. ¿Ya respiraste hoy, conscientemente?
@edoxvargas