Respeto al resultado | El Nuevo Siglo
Sábado, 16 de Junio de 2018

Estas vísperas de elecciones invitan a comentarlas y a hacer pronósticos que en este caso no es pertinente hacerlo, pues todo está definido para que, cumplido este requisito como es el de la presencia en las urnas de la ciudadanía, de antemano se presume qué va a suceder. Lo que quedó definido en las primarias. Parece que voy a caer, mejor dicho, que ya caí en lo que quería evitar para no cansar a los pacientes lectores en tema sobre el cual ya deben estar cansados; es lo que quería evitar. No quiero decir que estamos cansados del tema electoral, sino más bien hacer notar la displicencia con la cual se está enfrentando este debate.

Si nos remitimos a lo que ya pasó es necesario reconocer que el pasado episodio fue de lo más tranquilo que se hubiera madurado bastante en materia de controversias electorales; podremos no estar de acuerdo unos con otros pero no arreglamos las diferencias a las trompadas. Tal vez hemos aprendido que las diferencias en este sentido se resuelven en las urnas. Pero también hay que reconocer que en muchos años, cincuenta o más, no habían tenido lugar unas elecciones en paz. La guerrilla que se hacía presente obligando a la gente a votar en determinado sentido, se ha retirado de la confrontación armada y ha resuelto batirse en las urnas como cualquier partido político. Si esta hipótesis es válida, qué bien que se haya conseguido la paz y que todos nos hayamos contagiado con el espíritu de ella. No nos hemos peleado por pensar y opinar distinto. Las controversias no se pueden ni se deben dirimir por vías diferentes al diálogo y a las buenas maneras. En el pasado debate de las primarias las opciones eran cinco; cuatro más o menos parecidas y una muy distinta.

El próximo debate del 17 será entre dos maneras de proponer el manejo del Estado y la tercera que es la de opinar haciendo uso de la opción de votar en blanco al no encontrar el votante satisfacción en ninguna de las propuestas.  Claro que hay una cuarta como es la de no votar porque nada llama la atención. Sin embargo, esta hay que descartarla como opción válida, porque es darle la espalda a la posibilidad de participar en la oportunidad que le da constitución al ciudadano de participar en la marcha del país. Si no se aprovecha mal se puede reclamar después. En algunos países el voto es obligatorio, figura con la cual no se puede estar de acuerdo, porque una de las libertades que se debe respetar es la de votar o no votar.

Sea cual fuere el resultado de estas elecciones. Hay que respetarlo con toda la seriedad; para quienes el resultado coincida con el de sus preferencias deben estar contentos. Si el resultado les es adverso es necesario respetarlo con todo el valor ciudadano, deseando lo mejor para quien resulta vencedor.