Cierra el año 2016 con un tinte maluco para el mundo y sentimientos encontrados para Colombia. El entorno global luce enrarecido y el ambiente nacional es agitado e incierto.
La cara fea del mundo se dibuja principalmente en el drama de más de 60 millones de refugiados, expulsados por guerras, odios y violencia en sus países de origen.
El peor rostro de Colombia es la desconfianza ciudadana en la economía y en su Gobierno.
La situación en Siria, el caos en Medio Oriente y la crisis humanitaria de miles de personas que cada semana buscan refugio en Europa desafiando las aguas del mediterráneo, complican la situación internacional en medio de intentos fallidos de Alemania y Naciones Unidas.
El entorno es aún más complicado para América Latina si consideramos la encrucijada política y social de Venezuela. Maduro hace de las suyas y nada ni nadie lo detienen. El año próximo asoma aún más difícil para un pueblo que pasa hambre e inseguridad.
La pobreza de Haití marca otro escenario difícil y desalentador para la región. Es el país cenicienta del continente y pocas manos ayudan. Allí es sobrevivir o morir en medio de sistemas políticos corruptos.
Estados Unidos iniciará en enero 20 de 2017 un nuevo orden con énfasis en primero el norteamericano. Washington pretende rescatar la nacionalidad, su libre empresa, repatriar empleos y no ceder a pretensiones extranjeras sin nada a cambio.
Donald Trump iniciará su mandato de la mano de los estadounidenses que lo apoyaron en las urnas y colegios electorales. Arrancará una administración llena de expectativas donde muy seguramente primarán los intereses y valores democráticos de Estados Unidos, aún renegociándose tratados e imponiendo reglas de juego.
El terrorismo internacional en 2017 será prioridad para la Casa Blanca y Europa. Están avisados que los terroristas están al acecho y que no amenazan ni anuncian, ejecutan sin piedad.
La economía global crece a tasas inferiores al 3%. Hay pérdidas de empleos, aumento de pobreza, desigualdad, desnutricion infantil, mala calidad en educación, crisis en salud y crecimiento de la tasa de natalidad.
El intercambio de bienes y servicios va de capa caída. Caen las remesas internacionales por cuenta de menores ingresos de los residentes en el extranjero, las deportaciones y poco acceso al trabajo de indocumentados.
Colombia, a su vez, con estrés tributario, salario mínimo, inflación, desempleo, caída del consumo, desconfianza en el Ejecutivo, dudas sobre el posconflicto con las Farc, inseguridad, corrupción y pésimo estado de la salud pública.
La economía nacional va creciendo al 2% anual cuando lo requerido es volver a tasas mayore al 5%.
Mientras el crecimiento sea tan modesto será incierta la creación de nuevos puestos de trabajo estables y bien remunerados, el consumo en los hogares seguirá siendo escaso y a la industria y al comercio les seguirá yendo regular.
A una quincena del año viejo, el país no está para el pesimismo, tampoco para la algarabía. Moderado optimismo y confianza para lo que viene.
Mejor prepararnos para resistir.