Al iniciarse la campaña para las elecciones presidenciales del 2018 comienzan a surgir los más variados argumentos para descalificar a algunos precandidatos, desde acusarlos de enemigos de la paz que quieren que las Farc vuelvan a sumir al país en la violencia, asesinando y secuestrando, hasta otros que creíamos pertenecían al pasado. Me refiero a ataques de carácter religioso, en particular contra el exprocurador Alejandro Ordoñez y la exfiscal Viviane Morales. Realmente se les rechaza porque los oficialistas encuentran en ellos opositores molestos a los convenios de La Habana, cuando el gobierno pierde apoyos (y amenaza a Cambio Radical con quitarle la “mermelada” si no lo respalda), pero se les ataca públicamente, de allí el peligro, por sus creencias religiosas, en ambos casos de origen cristiano, el primero católico, la segunda protestante y se les tilda de inquisidores y cavernícolas, basados en que, por sus convicciones religiosas, no están de acuerdo con el aborto (el catolicismo considera que hay vida desde el momento de la concepción) o con el matrimonio para los homosexuales (los cristianos en general reservan la institución matrimonial para la pareja de un hombre y una mujer).
Se ha dicho, por ejemplo, que Viviane Morales no puede, por sus creencias, pertenecer al partido liberal, supuestamente ateo por naturaleza, lo que no es cierto. Ni siquiera en las épocas del más acendrado sectarismo decimonónico se expulsaba a los creyentes del partido liberal cuando se decía que los conservadores asistían a misa de seis y los liberales a misa de diez. No debe de haber en Colombia partidos políticos beligerantemente anti religiosos o beligerantemente religiosos. No podemos volver a mezclar religión con la política diaria, si bien un político tiene derecho a acordar sus ideas con sus convicciones ideológicas, religiosas o no, por ejemplo, comunistas o católicas.
Hoy no se debe tratar de imponer o rebatir determinadas ideas por ser las de una religión sino con argumentos científicos, así algunos pueden estar de acuerdo con la teoría creacionista y otros con la evolucionista, unos con el inicio de la vida en la concepción y otros al momento del nacimiento, unos con la importancia psicológica de una familia formada por un hombre y una mujer y otros no. Si se atacan los principios sociales por tener origen cristiano nos quedaríamos sin ética pues se olvida que esta, al menos la occidental, tiene su origen en la biblia. El Éxodo (20-1-17) que data de unos 1400 A.C. trae los principios básicos del derecho penal moderno (no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio) que más tarde reafirmarían los diez mandamientos e, inclusive, instituye la semana (el séptimo día es reposo). Cuidado con mezclar religión y política. Es una combinación peligrosa.