El Gobierno nacional, por conducto del ministro del ramo, propone una reforma estructural a la justicia sobre cuatro ejes temáticos: la creación del tribunal de aforados, la eliminación de las funciones electorales de las cortes, mejorar el funcionamiento y la eficacia de la justicia (eliminar la morosidad y ayudar a la descongestión judicial). El cuarto eje, que el ministro considera el más importante, es la enseñanza del derecho y la formación de ciudadanos, hay que reinventar la cultura de la legalidad, la ética y los valores, ha dicho.
Sobre esos puntos hay una especie de consenso en el país. El cuarto, se inspira en un propósito loable como aspiración general. Hay una crisis de valores que afecta el conjunto de la sociedad. Pero así planteado pareciera que el origen de la corrupción que estamos viviendo fuera la mala formación de los abogados por las facultades de Derecho en el país. Es cierto que hay una proliferación muy grande de programas de Derecho. Casi en todas las capitales de departamento y ciudades intermedias se ha abierto la carrera de Derecho por las universidades que ahí funcionan. Pero ese es un tema que tiene que ver es con la calidad de la educación que se ofrece y la propuesta sugiere que como los abogados que egresan no terminan bien preparados quedan propensos a la corrupción.
Esa es una afirmación parcialmente cierta, pero no es la única fuente ni se puede generalizar. Lo propio puede decirse de las demás facultades en las universidades de las regiones. La verdad es que hoy la fuente de corrupción más grande proviene de la contratación con el Estado y ello involucra a profesionales de distintas áreas en las que, desde luego, hay abogados, pero también ingenieros, arquitectos, economistas, contadores, entre otros.
Resulta muy revelador registrar que hay mucho ingeniero contratista que luego termina de alcalde o gobernador y, a su vez, estos se convierten en contratistas cuando dejan los cargos. Ese circuito perverso hay que romperlo. No creo mucho, aunque algo puede ayudar, que la enseñanza de la ética en las universidades ayude a formar profesionales más probos. Creo que el problema es más complejo. El relajamiento de los resortes morales se extiende a distintos ámbitos y expresiones de la sociedad; su origen está en las reglas del funcionamiento del sistema político que nos gobierna y en el fenómeno del narcotráfico que trastocó la escala de nuestros valores.
En el esfuerzo pedagógico que hay por adelantar, los grandes canales de televisión no deberían dedicar tantas series seguidas a la vida delincuencial de los capos del narcotráfico que son la fuente de todas nuestras desgracias. Son un referente de disvalores en donde se exalta el dinero mal habido que corrompe la justicia, las autoridades, la dignidad de las adolescentes pobres, el honor y la honestidad. En Colombia todos hablamos de la lucha contra la corrupción, pero “nadie hace el diagnóstico completo, ni encuentra la esencia del problema: la conducta del hombre.”