En las últimas semanas hemos venido escuchando en varios medios de comunicación a la Ministra de Salud designada con una propuesta de reformar el sistema de salud soportada en unas deficiencias que son achacadas, en gran parte a la Entidades Promotoras de Salud EPS y su función como intermediarios entre el pagador real del sistema conocido como el ADRES y las Instituciones Prestadoras de Salud IPS.
Dentro de estas deficiencias del sistema mencionadas por la Ministra se encuentran el no control de las transacciones monetarias por ausencia de un sistema de información, las perversidades de una figura llamada integración vertical entendida como la posibilidad que tienen las EPS de conformar y contratar con su red propia de prestadores de salud, lo cual según la nueva directora de la cartera, se ha prestado para que esas empresas paguen, de manera diferencial, los servicios prestados por esa red propia y busquen de manera malintencionada afectar a otros prestadores externos a esa red postergando pagos o negociando tarifas muy bajas con estas IPS. Adicionalmente, menciona que hay un problema grave de ausencia del sistema de salud que preste una adecuada atención a la población rural y apartada, la llamada Colombia profunda, que se tendrá que resolver con urgencia.
Pueda que en esos puntos la Ministra tenga razón y esto haya que corregirlo mediante una reforma, pero hay un punto que en lo personal me ha sonado bastante difícil de digerir y tiene que ver con el planteamiento de acabar las EPS basada en que cada vez se están liquidando más entidades por no tener las condiciones de suficiencia financiera y de prestación de servicios, haciendo que tiendan a desaparecer, generando una redistribución de los usuarios en las que si cuentan con estas condiciones, por lo que en algún momento se generará lo que ella llama un oligopolio que será muy difícil de controlar.
Ministra difiero con usted en varias de sus ideas frente a este punto. Lo primero es que usted da por hecho que las EPS son enemigos de la salud y desconoce intencionalmente las demás funciones que tienen estas entidades, en cuanto a la gestión del riesgo en salud de sus usuarios, la gestión organizativa y de control del uso abusivo y no controlado de los recursos económicos y de prestación del sistema, y la función de auditoría a la pertinencia de prestación de servicios en salud que evita abusos y controla a las IPS, sea de la red propia o externa, lo cual le genera al sistema innumerables beneficios y garantías en la prestación de servicios.
En segundo lugar, el concepto de los oligopolios no controlados me parece un concepto bastante reforzado, tendiente a confundir y a generar pánico dando a entender que hay alguna perversidad en esto, sobre todo cuando lo refuerza con la idea que en el mundo no hay experiencias similares. Creo que lo que sí se ha demostrado en el mundo es que cuando el estado se apropia del sistema sanitario se generan mayores ineficiencias, se reduce el acceso, empeoran las coberturas y se aumenta el gasto de bolsillo. Tan es así que el sistema colombiano actual que usted tanto critica es envidiado por muchos países, porque gracias a la gestión del riesgo en salud y del poder organizativo de las EPS permite aumentar coberturas, mejorar el acceso y reducir el gasto de bolsillo, es decir se logra una distribución mucho más equitativa de los recursos para toda la población protegida. El oligopolio al que tanto miedo usted le tiene, ha mostrado que al generar poca competencia y un alto control del mercado, genera mayor innovación y desarrollo de servicios de mejor calidad, que entre otras cosas podría mejorar la gran falencia de nuestro sistema actual, y finalmente puede por ejemplo estabilizar y controlar un poco más las tarifas de los servicios dando como resultado métodos innovadores de pago a los prestadores como por ejemplo el pago por resultados en salud o fee for service.
Estoy seguro que se requiere una reforma del sistema, pero esta no puede ir en contra de todo lo que se ha logrado y que hoy beneficia cada vez a más personas. Propongo una conversación profunda, bidireccional y honesta donde participen los actuales actores del sistema y que derive en una reforma mucho más pertinente y abierta a todas las opciones que al final beneficien al usuario y resuelva los problemas.