RAFAEL NIETO NAVIA | El Nuevo Siglo
Martes, 26 de Agosto de 2014

RAFAEL NIETO NAVIA

 

Antes y después de Petro

Hacia finales del mandato de Enrique Peñalosa como alcalde de Bogotá,  se veía una ciudad transformada, con un sistema de basuras que funcionaba, las calles limpias, los parques podados, las paredes sin grafitis. Los recicladores recorrían la ciudad buscando el material útil y dejaban las calles impolutas. Y yo comparaba con Buenos Aires, donde el paso de los recicladores deja el resto de la basura tirada en la calle.

Antes de Peñalosa, hay que recordarlo, la recolección de basuras funcionaba más  mal que bien, nadie podaba los parques y los vecinos tenían que hacerlo para que no se llenaran de ratas.

Comparemos con lo que hay hoy. No voy a hablar de las causas de la destitución de Petro por cancelar abruptamente (para volver a contratar después) a los colectores de basuras y traer en arriendo unos camiones viejos que no funcionaron. Voy a referirme a lo que uno ve en las calles. Las volquetas que se usan para recoger la basura van dejando su rastro por toda la ciudad. No se ve un barrendero pero hay una máquina que circula, sin lavar nada. Nunca antes la ciudad había estado tan sucia y deteriorada. Pero ¡he aquí la cuestión! Petro dijo que iba a organizar a los recicladores para facilitarles su trabajo. No sé si eso funcione y si tenga problemas, pero es una excelente idea.

Esa ciudad deteriorada, invadida de vendedores ambulantes, llena de mamarrachos en las paredes y con avisos pegados en cuanta pared o poste hay disponible, ha sido considerada  por la anterior Ministra de Ambiente como el modelo para ser extendido a todo el país. La Ministra ignoró que al relleno de Doña Juana llega y se pierde un 36% de plásticos y 35% de cartón y papel, que valen más de $ 50 mil millones. Y ni hablar del material tecnológico de desecho.

Lo que Petro ha pretendido es que en los hogares se separen los residuos reciclables antes de tirarlos a la basura. Esta magnífica idea ¿se cumple? Eso requiere una cultura que no tenemos.

¿Será Bogotá el modelo o habrá que buscar auxilio en otras partes?  Suiza recicla el 52% de las basuras. Holanda utiliza los residuos orgánicos como abono. Suecia produce con ella energía para calentar los andenes en invierno, las llantas las convierte en material para reparar las carreteras y las calles y solamente el 4% de la basura va a rellenos sanitarios. Y lo hace tan bien que importa basura de los países vecinos. Es Bogotá misma la que debe mirar a otras partes.

 

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Coda uno. Popeye es asesino confeso de más de 200 homicidios, terrorismo y narcotráfico y queda libre con 24 años de cárcel. Y al exministro Arias  la Corte Suprema le dio 17 años por un “crimen” que no es delito.

Coda dos. Se equivocan quienes creen que las Fuerzas Armadas, que representan a la nación, y las Farc están en pie de igualdad, como se sugirió en La Habana.