Inmunidad diplomática del general venezolano
El general Carvajal es un vulgar narcotraficante. Además, ha sido contacto -probablemente siga siéndolo- entre Venezuela y las Farc. Como forma parte del cartel de los militares venezolanos, el Gobierno lo protege y lo aúpa nombrándolo cónsul en Aruba.
Los Estados Unidos, que le seguían la pista, solicitaron a las autoridades de Aruba que lo detuvieran en el aeropuerto con fines de extradición. El personaje presentó a la entrada un pasaporte falso proporcionado por las autoridades venezolanas y solamente después mostró su pasaporte diplomático, alegando inmunidad por su carácter de cónsul. Las autoridades arubeñas que lo detuvieron, sostuvieron que no tenía inmunidad por no haber recibido el exequatur ni tomado posesión del cargo. Lo cual es estrictamente cierto a la luz de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares porque la inmunidad proviene del cargo y no del pasaporte. En la Convención sobre Relaciones Diplomáticos terceros Estados deben respetar a los agentes que viajen hacia o desde su misión, pero tal norma no existe respecto de los agentes consulares.
En Colombia es práctica que a cualquier parlamentario o funcionario con palanca se le provea un pasaporte diplomático. Eso, por supuesto, les facilita la expedición de visas y la entrada a terceros Estados, pero no les otorga inmunidad diplomática. Y ese era el caso de Carvajal.
Maduro, el ventrílocuo del pájaro de Chávez, reaccionó en defensa de su compinche y envió buques militares a las islas, amenazando con sanciones económicas a un territorio que es altamente dependiente del petróleo, turismo y economía de Venezuela. Un astillero de Curaçao depende de mano de obra cubana. Eso fue suficiente para que la Cancillería de los Países Bajos se “atortolara” y ordenara que lo dejaran salir hacia Venezuela.
La subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental de los Estados Unidos, afirmó que “la liberación de Carvajal es un uso indebido de la inmunidad diplomática y una burla a ese importante principio”.
Yo digo que es sintomática de lo que sucede en el mundo, donde somos cada vez más adoradores del dios dinero aunque tengamos que sacrificar los principios. No de otra manera se explica la actitud de los países europeos y de los propios Estados Unidos frente a crímenes como el del vuelo MH17 de Malaysia Airlines, derribado con armas y tecnología rusas.
***
Coda uno. Pretender que sean los delegados de Teodora y Cepeda los que negocien la situación de las víctimas en La Habana, no las de las Farc sino las de los paramilitares y las Fuerzas Armadas, es de una torpeza infinita.
Coda dos. En Colombia el conflicto es entre la nación, que somos todos, y los terroristas. Las Fuerzas Armadas no son, como pretenden hacernos creer, una parte igual a los terroristas en un conflicto que no nos concierne.
Coda tres. Otro día comentaré una decisión puramente política de la Corte Interamericana en el caso Brewer Carías al aceptar, en perjuicio de los derechos humanos, una excepción de Venezuela de no agotamiento de los recursos internos.