La guerra química
Usted habrá visto que, en las películas sobre la I Guerra Mundial, los soldados aparecen con máscaras antigases. La guerra química (prohibición de usar gases, bacterias o venenos en la guerra) estaba prohibida desde finales del siglo XIX, pero Alemania no era parte en esas Convenciones y, en razón de la cláusula de participación general, no se aplicaron. En 1925 se firmó un Protocolo contra el uso de gases. En la Segunda Guerra sólo se arrojaron, según dijeron los alemanes por accidente, en Varsovia el 3 de septiembre de 1939, más los de la “solución final”. Los japoneses usaron pequeñas cantidades en la guerra sino-japonesa. España utilizó gases durante la Guerra del Rif (1923 a 1927) y en la Guerra Civil la República española los usó contra la Falange en julio de 1938.
El empleo de gases, como los que se usaron en el metro de Tokio en 1995, quedó en manos de los terroristas. Aparentemente, Bachar al Assad, presidente sirio, es uno de aquellos terroristas capaces de usar gases y causar más de mil muertos, incluidos bebés y niños, pero ha dicho que son los rebeldes los que los usan. Aunque el Consejo de Seguridad ha pedido “una investigación minuciosa, imparcial y pronta” para determinar si realmente se usaron gases, no hay que pensar mucho para darse cuenta de qué ha pasado con unos muertos que no tienen heridas de bala ni les ha caído un edificio encima. Los franceses y los británicos sostienen que Assad es responsable, pero Obama es muy flojo y tiene miedo de agrandar el conflicto con Irán que apoya a Siria. La investigación la va a llevar a cabo la Alta Comisionada para el Desarme que ya llegó a Damasco. Qué medios tenga, no se ha publicado.
La razón para prohibir el uso de gases es que es un arma que no distingue entre combatientes y población civil. Han hecho tanto daño que hay una Organización para la Prohibición de las Armas Químicas pero de ella no forman parte Siria, Angola, Egipto, Sudán del Sur ni Norcorea. Israel y Myanmar la firmaron pero no han ratificado. A pesar de ello, la prohibición del uso de gases es de derecho consuetudinario y la comunidad internacional no puede tolerar su uso ni siquiera en conflictos internos.
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Coda uno. Una de las razones por las que apoyo los TLC con Corea e Israel es porque estos dos países tienen en materia de armas una tecnología muy sofisticada que nosotros requerimos. Por ejemplo, los drones, aviones no tripulados, de los que ya tenemos algunos y que son indispensables en la guerra moderna interna que afrontamos.
Coda dos. El Minsalud salió con un chorro de babas. Le bajó “hasta un 30%” el precio a 189 medicamentos, aunque el informe de Gossaín hablaba de precios superiores al 100% de los países comparados.
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Me voy de vacaciones y voy a dejar descansar a los lectores hasta el 24 de septiembre.