El Circo de los Animales
Con toda la solemnidad, sin pupitrazo sino luego de un concienzudo análisis y de manera unánime, el Senado aprobó un proyecto de ley. Enseguida los periodistas, tan acuciosos ellos, se abalanzaron a hacer entrevistas sobre el tema. Los padres de la patria, muy serios, hicieron declaraciones. Y el proyecto que prohíbe los animales en los circos ya está en manos del Presidente para su sanción y pronto tendremos una ley sobre tan importante y trascendente materia. Y lo digo en serio. Como el país no tiene problemas, ni hay nada que no haya sido ya legislado y funcione divinamente ¿qué otra cosa puede hacer el Honorable Congreso de la República que abordar estos asuntos tan sensibles?
Dijeron los ponentes de la llamada “bancada animalista” que los animales en el circo son una actividad peligrosa y había que garantizar la integridad personal y la seguridad de los ciudadanos. Igualmente, que la incautación de animales y los gastos derivados del mantenimiento y atención veterinaria son muy altos y deben ser asumidos por el Estado. Los circos tendrán dos años para entregar los animales silvestres a las autoridades quienes los devolverán a su ambiente natural. Lo cual no tiene ninguna dificultad pues en Colombia, como sabemos, abundan los zoológicos abiertos donde los animales se mueven a sus anchas. Pero, recuerdo, ¿no fueron, acaso, soldados los que mataron a Pepe, el hipopótamo que huyó de la finca de Pablo Escobar -y probablemente a una hembra y una cría que andaban con él- y lo hicieron con autorización oficial y fusiles de guerra?
El senador Camilo Sánchez adelanta un proyecto de protección de maltratos a los animales domésticos y la prohibición de las corridas de toros. ¡Manes de Petro! Para ocupar el tiempo, yo le sugiero que visite los zoológicos donde tienen animales enjaulados y ¡por favor! haga una obra de caridad… con el público.
A mí personalmente, no me gustan los animales en los circos, pero admiro los espectáculos de caballos (como los de la Escuela Española de Viena que ya estaría en la lista negra de nuestra “bancada animalista”) o el Parrot Jungle o el Sea World en la Florida. Detesto los cazadores sean de patos o de rinocerontes porque me encanta admirar los animales en su medio natural. Pero no creo que los animales tengan derechos, como dicen algunos, y sí, en cambio, que preservarlos y protegerlos es un deber del hombre con la madre naturaleza.
En Colombia tenemos muchas leyes que se obedecen pero no se cumplen y el Congreso debería más bien abordar los serios problemas ecológicos del país.
***
Coda. Como no todo ha de ser crítica, el Congreso y el Ministro de Defensa merecen un aplauso por la aprobación de la Ley Estatutaria del Fuero Militar. No se dejaron presionar de las ONG interesadas en desmoralizar a las Fuerzas Armadas, ni del representante de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU que hizo indebida presión en nombre de la organización internacional.