Todo estaba “maduro”
Con bombos y platillos tomó posesión Maduro. Menuda carrera la del antiguo chofer, ahora iluminado por el pajarito de Chávez. Hubo, de paso, una exhibición de las armas que el teniente coronel compró a Rusia por más de siete mil millones de dólares con el único propósito de atacar a Colombia (una partecita para atacar a su propio pueblo con las milicias bolivarianas). Y de manera vergonzosa los soldados marcharon al son de un coro que dice “somos chavistas”. Tal como la Werhmacht nazi marchaba con el brazo en alto al grito fascista de “Heil Hitler”, las tropas chinas ante Mao y las rusas ante Stalin y marchan las de Norcorea frente al gordo e infantil Kim Jong-un.
Como todas las elecciones del PSUV, hubo un fraude descomunal. A pesar de lo cual, Capriles perdió por solamente 235.000 votos, menos que los votos nulos. El fraude está institucionalizado en Venezuela desde que Carter y Gaviria lo bendijeron en las elecciones de 2004.
El fraude no consiste solamente en meter votos falsos, en que algunos votantes voten hasta diez veces porque la tinta “indeleble” se borra con cloro y en que el CNE dé las cifras que le da la gana. Se amedrentó a los votantes, los medios fueron obligatoriamente vinculados a los discursos del candidato mientras al otro se le daban solamente pocos minutos para su propia propaganda. Se anularon cédulas de muchas personas, se “dañaron” las máquinas. Varios columnistas han señalado con lujo de detalles otras modalidades utilizadas por el PSUV con el aval del CNE y de la Corte Suprema.
El manual confidencial de los hermanos Castro sobre “Cómo establecer y mantener una dictadura” dice que “el órgano electoral debe estar bajo control del Gobierno y hacer lo que éste ordene”. Que es exactamente lo que el CNE ha hecho en este caso. De ahí que no sorprenda que la inefable presidenta Tibisay Lucena que primero aceptó la auditoría de algo menos del 50% de los votos, dijera al día siguiente que las decisiones de CNE no están sujetas a revisión.
El clamor de la oposición, como sucede siempre, se irá desvaneciendo hasta desaparecer.
Pero Maduro no tiene fácil el futuro. Hereda de Chávez un país hecho un desastre, en el que se despilfarraron cientos de miles de millones de dólares, desaparecidos entre los bolsillos de los chavistas, en auxilios a los gobiernos “amigos” del teniente coronel, en subsidios para que la gente no se muera de hambre.
Dicen que cuando Chávez viajó en diciembre a La Habana llevó varias toneladas de oro de las reservas venezolanas para “auxiliar” a los Castro si él moría. Pero si nunca se supo cuándo murió Chávez, menos se va a tener información certera sobre esto.
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Coda. No me gusta que los gobiernos nacional y distrital gasten los dineros públicos en campañas publicitarias de autoelogio. Fueron elegidos para hacer cosas y no tienen que andar diciendo que las hicieron. Esa propaganda tiene un cierto tufillo chavista muy desagradable.