Reelección del Procurador
La reelección del procurador, doctor Alejandro Ordóñez, produjo las reacciones de los grupos pro-homosexuales y pro-aborto que eran de esperar. Ordóñez ha sido una persona que ha defendido verticalmente sus ideas sobre estos asuntos, que no coinciden con las de esos grupos. Eso es suficiente para que se le tache de fanático y de discriminador. Recordemos que Mónica Roa, probablemente con la financiación de las Fundaciones Ford y Rockefeller y del señor Soros, presentó una queja ante el sistema interamericano de derechos humanos, en la que acusaba a Ordóñez de perseguir a los abortistas. La Comisión Interamericana rápidamente les dio una audiencia que se frustró por cuenta del huracán Sandy. Pero parece que, aunque se aplazó esa audiencia para el año entrante, se llevará a cabo en la visita que en estos días efectúa ese organismo a nuestro país. Es fuerte el lobby y la CIDH es amiga de esas causas.
El punto es que estas cosas conllevan un riesgo para la libertad de pensamiento y opinión, de la cual goza el Procurador como todo ciudadano en Colombia. Yo no creo en el matrimonio de homosexuales ni que dejarlos adoptar sea una buena idea para los niños. Tampoco comulgo con el aborto, y mucho menos generalizado como lo “decretó”, violando la Constitución en la Corte ídem, el magistrado Humberto Sierra Porto, en mala hora propuesto por el presidente Santos y elegido para la Corte Interamericana. No estoy de acuerdo con la eutanasia que se inventó el exmagistrado Carlos Gaviria y ahora quiere volver “ley” el parlamentario Benedetti que a los que se oponen llama “godos anacrónicos y reaccionarios”. Respeto el derecho de los demás a opinar distinto, pero exijo que respeten el mío a lo mismo. Pero eso no vale para esas gentes. Los homosexuales, con base en una ley “antidiscriminación” concebida para otra cosa, demandaron al secretario de la Conferencia Episcopal, monseñor Córdoba, por dar sus opiniones pastorales sobre la adopción homosexual y Roa y sus congéneres al Procurador ante la CIDH por dar las suyas sobre el aborto. Daniel Samper ha llamado al Procurador “fanático y corrupto” porque no comparte sus ideas religiosas y políticas y porque, según él, atropella derechos fundamentales de millones de ciudadanas.
Tales personas defienden “sus derechos” atacando a quienes piensan distinto. Es la ley del embudo que esas minorías aplican a fondo.
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Coda uno. Padre Llano: “Quien escandalizare a uno de estos pequeñuelos, más le valdría que le colgasen al cuello una de esas ruedas de molino que mueven los asnos y que lo arrojasen al mar” (Mc. 9, 42). A usted se la va a colgar el propio san Ignacio.
Coda dos. El argentino Juan Gabriel Tokatlian se duele de que Colombia proteste por el fallo de Nicaragua y enfila sus baterías contra el expresidente Uribe. La uruguaya Laura Gil sobre el mismo tema dice que Nicaragua tuvo una política de Estado y Colombia no.