La maldición de Fausto
Me vi una extraordinaria película de Daniel Craig, Layer Cake, Crimen organizado; película que se desarrolla en Inglaterra, Londres. Craig juega el papel de un policía londinense que comienza a adentrarse en el mundo de la mafia, la cual es muy poderosa y con recursos económicos suficientes para pudrir a cualquier ser humano con el fin de capturar un cargamento procedente de Jamaica y de Colombia de 3 millones de píldoras. Cría cuervos…
Como tiene que mezclarse con todo lo malo para alcanzar su objetivo inicial, Craig cruza la línea entre el bien y el mal. Se mezcla con el bajo mundo londinense: una que otra prostituta, consumo de drogas, alcohol y demás, con el fin de conocerlo a la perfección.
Cuando la información de que el cargamento desde Jamaica comenzaba a ser veraz, Craig consigue un comprador quien le ofrece la no despreciable suma de 5 millones de euros in cash, my friend. A Craig se le iluminan sus ojos, bien azules que los tiene. Sin embargo, el comprador le pone una sola condición para aceptar el negocio. “Quiero que me acompañe esta noche a la ópera, dan la Maldición de Fausto”, “¿Esa es la condición?”. “Sí, necesito que la mire. Es una ópera que compuso el francés Berlioz, se demoró casi 16 años componiéndola”. “¿De qué trata?”, le pregunta Craig. “De una persona que se deja tentar por el diablo y después ya no tiene cómo regresar del infierno, ¿shall we?”.
No les contaré el desenlace final de la película. Me parezco a Les Luthiers con su famoso cuento que “no les voy a contar que Pedro es el asesino”; pero sí les comento que cada vez más me convenzo de que los colombianos, como se dejaron tentar por el diablo, ya no tienen claridad sobre lo que es el concepto del bien y del mal. De lo moral vs. lo amoral. De la autoridad. De la Justicia. Qué tal esa sentencia contra Arias o la de Camargo. O la de Uscátegui. Mientras tanto, el caso de AGH, con 19 años, camino a la impunidad gracias a que el fiscal Montealegre se hizo el de la vista alegre. Pero eso sí, nombremos al elefante en Unasur. Y Timochenko nos manda decir que no se arrepienten de nada.
Los colombianos no conocen ningún límite moral para alcanzar los objetivos materiales. Por eso, la sociedad se destruye lentamente y mucho me temo que los colombianos ya no tendrán cómo devolverse del infierno que será la segunda reelección de JMS. Ni del proceso de paz de La Habana.
(7 atentados de las Farc en un solo fin de semana, todos los días nos asesinan a nuestros soldados y policías ante el silencio cómplice de la sociedad colombiana y de Jms).
Puntilla. Los intereses de las tarjetas de crédito por las nubes. Nuestra vida se arregló desde que apareció Hollman Churris…
@ragomezmar
*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI