Rafael de Brigard, Pbro. | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Marzo de 2016
Matrimonios rotos
 
Tal vez ninguna realidad pese más hoy al interior de la Iglesia, por su complejidad y difícil solución, que la de los matrimonios sacramentales que se han roto y que han dejado a muchas personas en una situación espiritual dolorosa. Aun sin haber obtenido la declaración de nulidad, muchas personas han reorganizado su vida por medio de uniones civiles o de hecho. Esto hace más difícil su situación a nivel sacramental. Y el Papa Francisco ha querido abordar el tema con claridad y fuerza. Ha propuesto unas reformas, no doctrinales, sino en procedimientos que buscan facilitar el que los que crean encontrar razones serias para pedir una declaración de nulidad, las puedan exponer llanamente a la Iglesia.
 
Me parece que el Papa ha dado un paso de mucha esperanza al indicar que los procesos para buscar la nulidad deben comenzar en las parroquias.  Esto quiere decir que los párrocos entran a ser parte de la solución de estos casos y en eso debe haber una gran ganancia para todos. El sacerdote párroco es el que más conoce cómo vive la gente, cómo se construyen los matrimonios, cómo es de difícil la vida familiar hoy en día. Este pastor de almas puede reconocer entre los pliegues del alma muchísimas situaciones que los jueces eclesiásticos y aún los prelados, por su misión más bien de oficina, no alcanzan a percibir en toda su profundidad. De esta manera, para las personas que han terminado sus matrimonios y sinceramente quieren rehacer sus vidas en gracia, y para la misma Iglesia, añadir a en estos procesos la voz de los párrocos es una ganancia en todo sentido.
 
La Iglesia en Colombia ya está dando los pasos necesarios para que prontamente los fieles puedan gozar de esta cercanía jurídica que seguramente servirá para que infinidad de parejas recuperen su vida de gracia y comunión con Dios. El tema va acompañado también de una petición explícita del Santo Padre para que los procesos sean gratuitos y de cierta celeridad, sin que esto sacrifique la verdad respecto del sacramento y de la situación real de las personas. Hace bien el Papa Francisco al buscar una respuesta sabia a los matrimonios rotos y no es menos clarividente al dar en todo este proceso voz a los párrocos, los que más conocen la vida de los cristianos en sus diversas situaciones. Y podría la Iglesia ilusionarse con la posibilidad de que los párrocos estén sentados en todas las instancias de decisión de la misma Iglesia, pues darían unas luces que no se obtienen sino en la experiencia diaria de vivir con las comunidades, atender personas, confesar feligreses, acompañar alegrías y tristezas. Nada de estos se aprende en códigos ni en documentos en latín.