Rafael de Brigard, Pbro. | El Nuevo Siglo
Domingo, 26 de Octubre de 2014

LA FAMILIA

Complejidad de las situaciones

En   pocos años el escenario de la vida familiar se transformó en una obra casi que dramática. Aquello de familia formada por papá, mamá e hijos, dejó de ser hace rato la única realidad visible en cuanto a la primera comunidad de cada persona y en cuanto al ámbito de generación de la vida. En efecto, tanto a la familia como a la procreación, les han salido colas y largas: madres solteras, fecundación artificial, separaciones y separados vueltos a casar, vientres alquilados, parejas conformadas por personas del mismo sexo, adopción, unión libre en franco ascenso frente a uniones sacramentales y civiles. Y cada una de estas nuevas realidades -porque ya no son ni mucho menos hipótesis o tesis de grado- conlleva infinidad de consecuencias para las personas, las parejas, los hijos, la sociedad, las instituciones, el ordenamiento jurídico, etc. Escenario muy complejo.

Sin embargo, no conviene sacar conclusiones a la ligera ni apresuradamente. Lo que sí parece apropiado es dedicarse con juicio a estudiar y reflexionar sobre esta nueva presentación de la vida humana, como, por ejemplo, lo viene haciendo la Iglesia, no solo en las sesiones del Sínodo reciente, sino desde hace ya un buen tiempo que quizás nos remonta hasta el beato Paulo VI. Y le conviene al Estado, a todas las iglesias, a la academia, a la magistratura y a las mismas familias realizar este ejercicio de pensamiento para percibir exactamente qué es lo que está sucediendo en la sociedad y cuáles son las consecuencias que ello acarrea. Esta reflexión, sin embargo, ha de partir de la afirmación de que la llamada familia tradicional sigue marcando a la gran mayoría de la población y eso no se puede desconocer ni situar en lugar secundario a la hora del análisis.

Quizás la discusión de estas situaciones ciertamente complejas deba iniciarse por una pregunta sobre la naturaleza humana, sobre la razón de ser de la existencia y el para qué de la misma. Sería un error afirmar con simpleza que la vida cambió, que los seres humanos cambiaron y que ahora las cosas son como son. La intranquilidad con que viven tantos millones de personas es un indicativo de que hay muchas cosas que no son como deberían ser. Y no hay duda de que la forma como se vive hoy en “familia” y como se genera la vida, algo o mucho tienen que ver con esa desazón que todo lo ha tocado, no siempre para bien.  Urge pensar profundamente ante situaciones enormemente complejas.