RAFAEL DE BRIGARD, PBRO. | El Nuevo Siglo
Domingo, 29 de Septiembre de 2013

El agujero negro de lo social

 

Sería  ceguera completa afirmar que en Colombia no se tiene sentido social o que no hay enormes esfuerzos por llegar a las personas y comunidades más pobres del país. El Estado tiene acciones muy definidas en este sentido, lo mismo que las grandes instituciones del nivel privado, como también las famosas Organizaciones No Gubernamentales y ni se diga lo que realizan las iglesias y miles de personas en particular y en discreto silencio. Y, sin embargo, a veces queda la sensación de  que todo fuera a parar a una especie de agujero negro que todo lo absorbe sin que pareciera verse la nueva realidad de bienestar por la cual se actúa sin cesar. Por allá en el fondo resuena una frase dura de Jesús en la que afirma que a los pobres siempre los tendremos entre nosotros. Entonces, ¿nos rendimos?

Definitivamente no. Pero lo que quizás sí se impone es un estudio juicioso para precisar quiénes son en realidad hoy día los más pobres que necesitan sin tanta discusión el aporte solidario de los que tenemos algo que ellos no tienen ni pueden conseguir por sus propios medios. Se oye decir, por ejemplo, que muchos comedores comunitarios se han llenado de usuarios que no los necesitan, dejando por fuera a los que en realidad no tienen cómo asegurar su alimentación diaria. Y se impone también una selección de necesidades fundamentales para que, centradas en ellas, las acciones solidarias del conjunto de la sociedad logren un impacto que realmente derrote alguna de las tantas pobrezas que acosan todavía  a muchos compatriotas.

No hay que desanimarse en esto de trabajar por lo que usualmente se llama lo social. Más bien cabe la revisión del modo como se está realizando esta labor. Cabe también un llamado para aunar esfuerzos que con frecuencia están muy dispersos. Vale una sumatoria entre el músculo estatal y el privado, descartando la sospecha mutua que tanto tiempo ha dominado esta relación y que no deja dar resultados todavía mejores. No sobra la pregunta a los beneficiarios actuales de los diversos esfuerzos sociales si en verdad todavía requieren de ellos y si no, entonces, se pueden trasladar a otras personas o comunidades. Vale la pena indagar sobre el efecto que tiene en la acción social el estilo de regalar y regalar, es decir, si esto motiva o no a superar pobrezas nunca superadas, porque a veces aquí sí que hay un agujero negro inmenso. Lo demás es perseverar para ver fructificar los esfuerzos en cada persona y en cada comunidad.