RADAMÉS BARCA | El Nuevo Siglo
Jueves, 31 de Julio de 2014

Torre de Babel

EN  medio del estado de emergencia que se empieza a generalizar en todo el país a raíz de los efectos del fenómeno climático de El Niño, lo único que va quedando claro es que entre la mayoría de los colombianos hay tal confusión alrededor del tema que, al final, toda discusión termina convertida en una verdadera torre de Babel.

Por ejemplo, hay quienes no saben diferenciar entre El Niño y el cambio climático y creen que la distinción de los nombres es apenas una cuestión semántica. Es más, se aventuran diagnósticos sobre los planes de contingencia que se deben implementar para hacerles frente. Craso error sin duda, puesto que si bien se trata de circunstancias de desorden climático que tienen una conexidad, El Niño o la Niña son variaciones de corto lapso, coyunturales, con períodos de incubación, maduración y marchitamiento que no superan los dos años, mientras que el cambio climático es un fenómeno estructural, lento pero progresivo, que implica aumentos de temperaturas globales a lo largo de décadas e incluso centurias, y cuyas implicaciones no se miden de un día para otro sino que requieren investigaciones de largo aliento, con períodos de observación igualmente largos.

Estar consciente de esa diferenciación es clave para focalizar las políticas que desde las órbitas de lo nacional, lo regional y lo local, deben ponerse en ejecución para amortiguar los efectos de uno y otro fenómeno.

Igualmente se ha visto en las últimas semanas cómo, incluso desde los mismos medios de comunicación, se atribuye a El Niño o incluso al cambio climático hechos que no tienen una relación de causalidad directa. Por ejemplo, los problemas de despilfarro, mala planeación e incluso negligencia y corrupción en la construcción de redes de acueducto y alcantarillado, se atribuyen gratuita y alegremente a las circunstancias climáticas extraordinarias como El Niño. Igual pasa con las falencias en obras de mitigación para enfrentar las consecuencias de las cíclicas temporadas invernales y veraniegas. En el fondo simple y llanamente se está buscando una excusa medianamente creíble, o que al menos sirva como eficiente cortina de humo, para esconder problemas de transparencia y eficacia administrativa desde lo público y lo privado.

Si se quiere crear conciencia real y efectiva entre la opinión pública alrededor del tema ambiental y la forma en que deben enfrentarse estos fenómenos coyunturales y estructurales, lo primero que debe hacerse es pedagogía alrededor de qué significa uno y otro, y que tienen relación con ellos y qué no.