RADAMÉS BARCA | El Nuevo Siglo
Lunes, 25 de Noviembre de 2013

La democracia

 

La  democracia, aun con sus fallas, es sin duda el mejor sistema que se haya inventado. Los mismos gobernados ejercen la soberanía mediante el voto. En las urnas está el verdadero poder. Los ciudadanos de manera libérrima sufragan por los candidatos a los cuerpos de representación popular de su preferencia; en Colombia -Senado, Cámara de Representantes, Asambleas y Concejos-; igual para Presidente de la República.

En la democracia existe libre empresa, lo que permite el funcionamiento de industrias de todo tipo. Y algo muy importante, la libertad de expresión. Significa que no se restringe la opinión ni la información en los medios escritos, radiales y televisivos.

El respeto a la iniciativa privada es condición intrínseca para progresar y esto se da en los regímenes donde la gente tiene autonomía para establecer negocios, fábricas o cualquier actividad particular.

Los partidos son expresión de las diversas tendencias que pueden funcionar en un sistema que consagra el bien supremo de la libertad. Y como paradoja es la debilidad de la democracia, que acepta el funcionamiento de colectividades políticas que tienen como objetivo hacerse al poder y empezar a coartar el pensamiento, a hostilizar a la prensa, a la radio a la televisión, buscan acallar la mínima crítica. Es lo que se observa en varios gobiernos de izquierda en Latinoamérica, que pretenden de distintas maneras hacer que desaparezcan los medios que cuestionen las políticas gubernamentales. Solo quieren que permanezcan los dóciles y obsecuentes con los gobernantes. Es el contraste entre un sistema libre y el opresivo. 

La autocracia que se instauró en Cuba hace más de medio siglo ha sido instigadora de la insurgencia en el continente e inspira a algunos gobiernos a emular su arbitrario concepto de gobierno despótico, de hegemonía de un partido y nepótico. Precisamente en estos días ha ratificado que se mantendrá el domino totalitario. Uno de los ministros del gobierno castrista expresó que “nunca se permitirá que se presenten a las elecciones formaciones distintas a las del Partido Comunista Cubano (PCC)”. Es decir, al estilo del que funcionaba en la desaparecida URSS y rige en China, aunque en el gigante asiático hay flexibilidad en lo económico, para que haya inversión que impulse el crecimiento. Así que no hay los tales ‘cambios’ anunciados por el régimen cubano. Es obvio que la dictadura más antigua del mundo no va a ceder en este punto, apenas hará variaciones cosméticas en otras cosas, pero el control férreo persistirá. ¿No habrá en la isla de Martí posibilidades de una ‘Primavera’?