La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) acaba de presentar el estudio económico Colombia 2022 y así como resalta la recuperación tras la pandemia, hace un llamado a la necesidad de darle solidez, con medidas ineludibles y realistas, que serán el desafío del próximo gobernante.
Esto significa que los candidatos no pueden ocultar las empresas difíciles que tendrán que enfrentar, tal como garantizar la sostenibilidad de los ingresos y de las cuentas fiscales, como dice la Organización, que sugiere ampliar el número de personas que ¡paguen impuesto de renta!, así sea con moderada capacidad, ante el reducido grupo que sí lo sustenta y la sobrecarga en las empresas. Posición nada fácil de asumir en medio del discurso político.
A renglón seguido, argumenta el estudio que “a más largo plazo, tanto el crecimiento como la inclusión social se ven atrapados por debilidades en materia de políticas estructurales, que impiden que más de la mitad de la población activa acceda a empleos formales y a la protección social, al mismo tiempo que impiden que las empresas crezcan y mejoren su productividad. Romper este círculo vicioso permitiría a Colombia dar un salto significativo en sus niveles de bienestar.”
Sin embargo, el requisito de dar un quiebre definitivo a la participación en el comercio internacional, de continua insistencia de la OCDE, tiene que ver más con un fuerte liderazgo que lo instaure como su eje estratégico.
Esto implica dar un giro completo, tener otra mentalidad, pasar del estado de comodidad o “estado de confort” (que se concentra en las exportaciones minero-energéticas, cuando hay un gran potencial en la agroindustria, agroquímica y el sector agropecuario en general) y cambiar el chip por el de una Colombia de regiones, ciudadana del mundo, que emprende y produce para exportar. Por supuesto, también porque se crean las condiciones para hacerlo.
Esfuerzos han realizado: ProColombia, Vicepresidencia y el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, pero aún estamos muy cortos. Como bien lo argumenta Hernando José Gómez: el alto déficit de cuenta corriente (cercano al 6,3% del PIB) no obstante el crecimiento de las remesas y el buen acceso a recursos de capital, genera inquietudes, pues ratifica la vulnerabilidad macroeconómica y pone de presente las dificultades que ha tenido el país para incrementar sus exportaciones.
El nivel del comercio internacional colombiano, como porcentaje del Producto Interno Bruto, está en un modesto 27.4%, que es casi la mitad de la cifra de Chile. En consecuencia, el impulso a la productividad es imprescindible porque se centra en crear las condiciones de educación, tecnología, formación, infraestructura, logística para alcanzar la diferencia de un mejor fruto por trabajador.
Según la misma OCDE, comparativamente al partir del mismo punto desde 1990 (base=100) en carrera hasta el 2018, se observa que Chile y Perú más que duplicaron su productividad laboral, mientras Colombia lo hace en una tímida tercera parte.
Aquí entran muchos factores en juego, que habrá que extenderlos en otra oportunidad, como elevar el talento tecnológico creativo, unicornio, para generar capital humano altamente empleable que pueda desarrollar start ups y grandes negocios exportables.
Un país que se engrandece por ocupar el tercer puesto en emprendimiento en el ranking mundial (CircleLoop), tiene que poder proyectar su actividad hacia la venta de bienes y servicios al exterior. Es cuestión de estrategia.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI