En una ceremonia militar de esta semana el presidente Petro se preguntó sí la negociación con el llamado comando central de las Farc había sido prematura. Ciertamente lo fue, pero también es el fruto de una paz total completamente improvisada.
Los procesos de cese al fuego se han venido cayendo en los últimos días no sólo por prematuros sino también, y ante todo, por improvisados. Recuérdese que estos diálogos se echaron a andar sin que previamente -como se había anunciado– estuvieran precedidos de una ley de sometimiento que ni siquiera fue presentada formalmente al Congreso.
En el proyecto de ley que se conoció se especificaban las condiciones para iniciar los diálogos de paz. Las obligaciones que se exigirían a los grupos con los que se entablaron negociaciones, una de ellas la obligación de indicar cuales eran las rutas del narcotráfico que justamente se quería desmontar con dichos diálogos.
Esta ley nunca se presentó. Se ha venido operando entonces a impulsos improvisados del comisionado de paz y de los delegados en las mesas. Por eso no es sorprendente que ahora el grupo de ‘Mordisco’ diga que se levanta de la mesa de negociaciones (pidiendo eso sí que el cese al fuego se mantenga para que las fuerzas militares no lo molesten) y alegando que lo hace porque el gobierno le incumplió los compromisos adquiridos en la mesa de negociación. Tales compromisos no resultaron ser otros que el de dejar tranquilos a los alzados en armas, narcotraficantes en el área de El Plateado y en todo el valle del Micay, por donde sacan la droga a los embarcaderos del Pacifico.
Naturalmente a esta descabellada argumentación no puede acceder el Estado. Equivaldría a protocolizar un santuario territorial del cual estaría proscrita la presencia de las fuerzas militares.
Hizo bien entonces el ejército permaneciendo allí a pesar de la asonada que le montaron los narcotraficantes utilizando la población civil como escudo, y ratificando que su deber constitucional es el de ejercer la soberanía en un territorio que, además como se ha informado, está sembrado de minas antipersonales por todas partes.
Un diálogo en estas condiciones para buscar la paz es imposible si llegaran a prevaler las descabelladas pretensiones del grupo que pomposamente se autodenomina Estado Mayor Conjunto.
Todo esto demuestra una mezcla terrible de actuación prematura como reflexionó el presidente Petro, pero además de improvisación pasmosa como revelan todos los pasos que se han dado en busca de la paz, varias pistas como en los circos rusos. Para subrayar la faceta de improvisación baste recordar la infortunada invitación que a este mismo grupo le formuló la delegación gubernamental para que conjuntamente abrieran en Popayán las elecciones del pasado 29 de octubre. Ante tan disparatada invitación afortunadamente la reacción del país la hizo echar para atrás.
Otra ilustración de la improvisación que campea en todo lo relacionado con la ‘paz tota’ la encontramos en el caso del secuestro del padre de Lucho Díaz. Puesto contra la pared esta semana, el comisionado de paz Rueda dijo que ahora sí el Eln tendría que hablar con claridad en la mesa de asuntos que hasta el momento había evadido, refiriéndose obviamente al secuestro.
¿Debe entenderse por estas declaraciones de Rueda que la mesa de negociación había aceptado que el tema del secuestro pasara en puntillas durante los cerca de seis meses que lleva ese diálogo con el Eln? Si tal es el caso sería un ejemplo más de la improvisación que ha rodeado todo este proceso.
Resulta que el secuestro está prohibido por la ley penal, por los protocolos que rigen el derecho internacional humanitario y por el mismo contexto de los protocolos que se firmaron en México con este grupo. Entonces ¿cómo es eso de que ahora sí y no antes, el Eln va a tener que aclarar su posición frente al secuestro en la mesa de negociación?
A mi modo de ver estos diálogos no se pueden salvar simplemente echándole tierra al secuestro del señor Díaz que, como se sabe, es apenas uno de los varios secuestrados que mantiene esa guerrilla. Pienso que el gobierno cuando se llame de nuevo a la mesa en la próxima ronda tendrá que tomar el toro por los cuernos, y exigir al Eln una declaración pública, solemne y sin equívocos o resquicios verbales de que renuncia de una vez por todas al secuestro.
Así lo hicieron las Farc en su momento. Así se hizo en 2017 durante las negociaciones en el Ecuador, cuando en solemne y vinculante declaración ante los garantes se le exigió al Eln que renunciara al secuestro. Si esta renuncia no se da ahora no tendría justificación proseguir con los diálogos de paz.
Afortunadamente el señor Díaz fue liberado, pero ello no quiere decir que los colombianos debamos quedar agradecidos con el grupo guerrillero. Ni más faltaba. Deben no sólo devolver al seno de sus hogares al resto de los secuestrados sino, lo más importante, comprometerse a renunciar a esa práctica. Solo así tendría razón proseguir las negociaciones de paz.