Una situación peligrosa a la que los medios de comunicación, y sobre todo los colombianos, deberían prestarle más atención que la del simple registro anecdótico de algunos hechos, es la que se está presentando en Bolivia con las amenazas y hostigamientos a la intangibilidad del territorio de la Legación Diplomática de México en ese país.
El derecho de asilo diplomático es una Institución del Derecho Internacional respecto de la que la República de Colombia tiene un compromiso moral e histórico como país fundante de la modernidad de esa doctrina.
Desde cuando el 3 de enero de 1949 don Víctor Raúl Haya de la Torre ingresó a las instalaciones de la Embajada colombiana ante el Perú para ponerse a salvo de la dictadura del General Odría que pretendía capturarlo acusándolo de los más diversos cargos, Colombia sentó la doctrina del asilo diplomático, que desde entonces ha sido respaldada por la comunidad internacional.
Esa situación es la misma que ahora se presenta en Bolivia. Los detentadores actuales del poder en ese país, al que llegaron por las vías de hecho ejercidas contra el presidente constitucional Evo Morales, pretenden la captura de 9 ex funcionarios del gobierno depuesto que se han refugiado dentro de la Legación Diplomática Mexicana.
Las autoridades bolivianas están obrando contra la Embajada Mexicana tal como lo hizo la dictadura de Odría en contra de la Embajada Colombiana en épocas de Haya la Torre, no han querido otorgar el salvoconducto (aunque es su deber) y para justificar su negativa han acusado con los peores cargos a los refugiados. Sin embargo, así como ellos pueden llamar a sus perseguidos como quieran (y con eso evidencian la persecución política) el país asilante, tal como lo dispone el artículo 4 de la Convención Sobre Asilo Diplomático de Caracas suscrita en 1954, tiene el derecho inalienable de calificar la naturaleza del delito.
Para presionar a los Estados Unidos Mexicanos, la República de Bolivia ha mantenido un hostigamiento mediante su policía nacional y sus autoridades se hacen las de la vista gorda frente a los desmanes que “civiles” realizan contra la integridad territorial de la Embajada y de sus vehículos.
Los demás países latinoamericanos que guardan silencio frente al evidente atentado de Bolivia contra el Derecho Internacional de protección diplomática y del asilo, se equivocan al mostrarse cómplices de la actuación boliviana. No es sano que por razones ideológicas -se trata de ex funcionarios de un gobierno de izquierda depuesto por un movimiento de extrema derecha religiosa- se avalen esos atentados.
La diplomacia, las formas diplomáticas y las reglas del Derecho Internacional son, sobre todo, el seguro de vida de los países pequeños y débiles como los nuestros. Si nosotros mismos minamos las Instituciones Internacionales por una coyuntura política, tarde o temprano seremos víctimas de esa misma doctrina.
Esos precedentes no le convienen a nadie, si acaso a las potencias que son las que tienen 50.000 toneladas de acero en forma de portaaviones para imponer los suyos.
Entre países, como entre personas, la única fuerza que nos salva del caos, es la del derecho.
@Quinternatte