Por estos días de comienzo de año, la Homilía en la Iglesia Católica fue consagrada a la familia de Nazareth, quien ratifica que Dios en las condiciones naturales del género humano se manifiesta en formas de una familia legal, natural y bendecida.
Tal vez, la institución más importante y relevante que ha existido desde siempre ha sido la de la familia. En el caso de la Iglesia Católica, ésta se expresa por medio de los ancianos Simeón y Ana, quienes tienen en su hijo un proyecto grandioso y misericordioso, quien fijará más adelante la frontera entre la gracia y el pecado, quien descubrirá la actitud de muchos corazones, haciendo brillar la justicia para todos.
La reconstrucción de Europa post segunda guerra mundial se dio por cuenta de las familias. El nacimiento de las grandes empresas, tanto norteamericanas como europeas, tuvo su origen en las familias que sobrevivieron a la masacre del nazismo.
A su vez, Colombia viene desde el siglo pasado debatiéndose dentro de una crisis institucional, moral y política de inusitados caracteres. Nos han querido imponer desde comienzos del Socialismo Bolivariano del siglo XXI la orientación de un estado doctrinal de izquierda, comunista, socialista, que solamente busca la destrucción de todo lo construido con el fin de llegar al poder.
Una vez terminada la segunda guerra mundial, en Colombia casi todas las empresas tuvieron su origen en la familia. Desde entonces, apareció en la vida de nuestro país el fenómeno conocido como de La violencia, dirigida por unos caudillos fanáticos, seducidos por el experimento ruso y el auge de una escuela materialista que pretendía a través del hecho económico sumado a la descarnada realidad demoler las bases de una sociedad tradicionalmente católica, conservadora, ferviente devota del Sagrado Corazón de Jesús. Mientras Colombia se encontró bajo los mantos del Sagrado Corazón de Jesús, sus familias vivieron en paz.
Cuando las masas del Partido Liberal se radicalizaron lanzándose a la subversión bajo la influencia del comunismo soviético post segunda guerra mundial, su ardentía adquirió entonces un verdadero dramatismo para producir un estado latente de guerra civil no declarada que aún persiste hasta nuestros días, con algunas diferencias en sus matices.
Por cuenta de esta guerra civil no declarada, miles de familias víctimas de la violencia de las Farc, ELN y demás grupos fueron divididas en contra de su voluntad. Miles de niños y niñas se perdieron en esas filas. Miles de partisanos cayeron bajo el régimen de La violencia.
Cuántas familias no fueron víctimas de un conflicto armado a las cuales el proceso de paz de La Habana y los Acuerdos del Colón no les reconoce ni un ápice.
Por lo anterior, considero fundamental que entrando a un año electoral como lo será el 2018, los candidatos presidenciales le exijan a la guerrilla de las Farc y del Eln un pronunciamiento formal de perdón por las víctimas, las verdaderas víctimas de este conflicto armado que son y serán las familias colombianas.
Puntilla: Comienza bien el año 2018 para JMS, en reversa. ¿El salario mínimo por encima de la inflación?