Soy un convencido de la importancia de ser optimista y de convertir en oportunidades los retos y las dificultades. Pero eso es una cosa y otra muy distinta es reconocer el estado real de las cosas para gestionarlas desde la perspectiva que corresponda. En este sentido debo decir que si bien soy un optimista por naturaleza, eso no significa que no debamos reconocer que las cosas no van por buen camino y que es necesario adoptar medidas con urgencia para cambiar el curso de acción.
No está bien la polarización en que se encuentran los colombianos y porque no decirlo hasta el odio que se percibe en el ambiente. No van bien los resultados de la economía durante el primer trimestre del 2017, el desempleo, la inseguridad ciudadana y los paros en distintos sectores o lugares del país. Tampoco va bien la desconfianza reflejada, entre otras cosas, en la falta de credibilidad en nuestros partidos, el gobierno y líderes políticos. Tampoco está bien el consumo, porque los impuestos que no dejan de subir nos tienen ahogados y ni si quiera podemos decir que el gasto de esos fondos se está reflejando en las condiciones del país. La inseguridad en las ciudades empeora y cada vez nos sentimos más desesperados y desprotegidos. Ya el robo o el hurto no tienen consecuencias legales y unos actos delincuenciales que no se castigan es prácticamente como si se aceptaran. El ciudadano del común está padeciendo las noticias que presentan los medios de comunicación a diario, donde se refleja lo intranquilos que nos sentimos al parar en un semáforo, al sacar dinero de un cajero, al caminar por la calle o al tomar el transporte público.
Además si a todo esto le agregamos, en materia política, las desafortunadas declaraciones de algunos servidores del Estado no debe sorprendernos que reconozcamos que las cosas no van por buen camino. Me refiero concretamente a las últimas declaraciones de los máximos responsables de la Policía Nacional, una institución a la que le debemos mucho y que siempre he defendido, que nos dejaron a todos perplejos hace una semana. Tanto el director como el subdirector señalaban que tenían información de inteligencia que apuntaba a que grupos narcotraficantes, además de matar policías harían atentados contra personas reconocidas y altos funcionarios públicos, y que además no se descartaban posibles carros bombas. A mí me aterra que esa información no haya sido previamente analizada por el Consejo Nacional de Seguridad para controlar el riesgo y reforzar la seguridad de los posibles blancos en lugar de haberse lanzado de forma descontrolada por los medios de comunicación, logrando únicamente alarmar a la ciudadanía y generar graves consecuencias en el desarrollo económico de nuestro país. Y por supuesto, la inmediata suspensión en decisiones de inversiones extranjeras.
Todo esto hace que reclamemos la acción del gobierno y el liderazgo de la autoridad. Días difíciles están por venir y si no se actúa con prontitud y responsabilidad éstos podrán ser aún peores. Insisto que no me considero una persona pesimista pero creo que debemos reconocer que las cosas no van por buen camino y que debemos cambiar nuestro curso de acción en muchos frentes. No pretendo quitar protagonismo a las buenas acciones, que valoro inmensamente, como los avances que hemos logrado en infraestructura y que distinguen el país de lo que era hace 20 años. Pero insisto que mientras no se tomen medidas que redunden por implementar 'bien' la Paz acordada, la corrupción no se controle y castigue de manera ejemplar, la seguridad no se materialice y la política no se depure y se acabe con la mermelada, será muy difícil cambiar las circunstancias y seguiremos por un mal camino.