P. EVARISTO SADA LC | El Nuevo Siglo
Domingo, 23 de Septiembre de 2012

Meditación para laicos

 

Debemos escuchar y comprender bien a los laicos para luego poder ayudarles con acierto en su vida de oración, sin causarles frustración.

Cuanto más escucho a universitarios y a casados, más me convenzo de que su vida es diferente a la nuestra y que por tanto no podemos recetarles, sin más, consejos de la oración propia del sacerdote o del consagrado. Lo esencial lo tenemos en común y muchas de las dificultades también, pero su vida es diferente a la nuestra.
"Los laicos no necesitamos tanto que nos motiven sobre la importancia de la oración, sino que comprendan nuestra vida, que nos digan cómo escuchar a Dios y nos acompañen", me dijo una chica antes de comenzar el taller de oración que tuvimos Medellín. Otra: "Sentimos que a veces nos piden mucho en la vida de oración, nos sentimos presionadas, nuestra vida es muy difícil". Una más: "Antes que conocer métodos quisiera aprender a llevar a Jesús a todas partes y sentirlo siempre junto a mí".
Con razón el 22 de junio de 2012 dijo el Papa a los obispos colombianos: "Muchas veces la gente sincera que sale de nuestra Iglesia no lo hace por lo que los grupos ´no católicos´ creen, sino fundamentalmente por lo que ellos viven; no por razones doctrinales sino vivenciales; no por motivos estrictamente dogmáticos, sino pastorales; no por problemas teológicos sino metodológicos de nuestra Iglesia"
Tenemos que escuchar mucho más, esforzarnos por comprender mejor la vida del cristiano que anda todos los días por la calle. Sobre esa base y en diálogo con ellos, tratar de ayudarles a mejorar su comunicación con Dios, sobre todo, a aprender cómo habla Dios y cómo se le escucha.
Algunas de las características y desafíos de la vida del laico son los siguientes:
1. Su mundo es la familia, la universidad, el matrimonio, el trabajo, los amigos, la vida social, la política, los deportes, la moda, la cultura, los hobbies y pasatiempos, las redes sociales en internet...
2. Viven de prisa, bajo presión y en medio de continuos imprevistos y sorpresas.
3. Sus sentidos están bombardeados permanentemente por estímulos fuertes, invasivos y agresivos, lo cual provoca mucho ruido interior y gran dispersión mental.
4. El contraste de vida social y soledad interior duele mucho.
5. La presión social, la competencia, los conflictos familiares y laborales, causan mucha turbación.
6. Sus ilusiones, planes, sueños, aspiraciones, son los propios de un laico.
7. El ejercicio de la libertad es todo un reto. La dificultad de tomar decisiones a la luz del evangelio en circunstancias tan nuevas y adversas es muy difícil.
8. La experiencia del límite y del fracaso en la búsqueda de la verdadera felicidad se presenta a cada paso.
9. La pregunta por el sentido de tantas cosas no encuentra respuestas simples ni se comprende el recurso a las respuestas sobrenaturales.
10. El materialismo, el consumismo y el exceso de tantas cosas sin satisfacciones duraderas les produce mucho cansancio y decepción.
11. Las responsabilidades son muchas, muy fuertes y las tienen que afrontar en medio de circunstancias incontrolables.
12. «La vocación de los fieles laicos a la santidad implica que la vida según el Espíritu se exprese particularmente en su inserción en las realidades temporales y en su participación en las actividades terrenas» (Christifideles laici, 17).¡Vaya reto! Fuente Catholic.net