MIRADOR
Inevitable
CON o sin la firma del acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc, nada evitará una nueva cascada tributaria en Colombia.
Impuestos vienen de imponer. Tributos son imposición. Sistema impositivo es como forzar, ir a la fuerza contra quienes pagan.
Régimen tributario nuestro es una especie de dictadura fiscal a la cual hemos estado sometidos por décadas.
Señalar que si no se logra la paz con ese grupo alzado en armas vendrán nuevos impuestos, es un sofisma, una distracción, llover sobre mojado.
Lo malo no es decirlo, lo feo es hacerlo como un campanazo de alerta que resuena como voz populi entre los ciudadanos.
Salir a afirmar que si hay paz con ese movimiento insurgente no serán necesarios más impuestos, no es de creer.
De cualquier manera el país va a experimentar un nuevo remiendo a su colcha de retazos tributarios.
Haya o no salida al conflicto armado, vendrán nuevos y caros impuestos.
No hay forma de garantizar que si prospera el plebiscito que refrende puntos de Cuba, no pagaremos mayores cargas fiscales.
Si colombianos no revalidan acuerdo con Farc, menos nos salvaremos de aumentos en tarifas impositivas.
Si la guerra sigue, indispensable reforzar maquinaria de seguridad vía nuevos impuestos.
Si cesa el conflicto, el valor del posconflicto aún no tiene cifras objetivas. Habrá que remendar retazos viejos sistema tributario con lo que ahora llaman reforma estructural.
Ambos escenarios son ciertos y no es para perder la cabeza.
Lo que no puede generarse es un ambiente de presión, desconfianza o nerviosismo general.
Fácil la prevención: con guerra, más impuestos. En paz, no subirán las tarifas.
Malo porque cualquiera sea el escenario reciente los colombianos pobres y ricos, asalariados y hacendados, tendremos que pagar más impuestos.
Asumiendo que sí hay paz, como es el deseo de una Nación que quiere reinventar su destino, el posconflicto vale billones y no hay plata.
Habrá que barajar cartas tributarias y el 20 de julio próximo llevar a consideración del Parlamento un nuevo proyecto de ley que modernice el sistema tributario, pero con cargas, alzas en IVA, renta y ampliación de quienes deben declarar o pagar.
Con el posconflicto hay que armonizar muchas cosas sociales, económicas, culturales y políticas que valen dinero.
La paz implica un cambio de actitud, pero también muchos cheques por girar que no deben salir sin fondos.
Muchos mandatos de la Nación serán repensados en el momento en que exguerrilleros dejen armas. No es solo traerlos de vuelta a la civilización sin fusiles ni secuestros.
Es invertir en sus nuevas vidas y abrirles espacios donde no hay mucho.