ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 29 de Julio de 2014

Inevitable

 

Los colombianos debemos prepararnos para nueva reforma tributaria que inevitablemente vendrá con cargas impositivas: sigue 4 por mil, impuesto al patrimonio y se gravarían dividendos. Vendrá por descuadres y faltantes presupuestales. Y por costos del posconflicto Gobierno-Farc. El ejecutivo urge al menos $ 10 billones para cuadrar caja. $ 5 billones para honrar cargas con sector agropecuario, el resto, defensa, seguridad, más pie de fuerza. Colombia necesita más que una mini-reforma. Requiere reforma estructural, macro, de largo aliento, que corrija distorsiones y simplifique universo tributario. Una mini podría ser otro paño de agua tibia, más tela para colcha de retazos en que se ha convertido nuestro marco de impuestos.

Hablar de impuestos es asumir imposiciones, por eso se les conocen también como impositivos. Suele hablarse de régimen impositivo. Suena a imponer gravámenes que se pagan sí o sí.

Viene agosto y contribuyentes tendrán que echar mano de ahorros o ganancias para atender impuesto de renta. O vendrán sanciones y duros intereses de mora. No atender obligaciones fiscales como declarar o pagar renta es evadir y en casos elusión, ocultar lo que se tiene para no cumplir con la DIAN.

Economía social suele sustentar inversiones en enfoque tributario de amplia base contributiva. Resultaría insuficiente atender necesidades fiscales si el recaudo de impuestos es precario o un grupo de la población la pasa de ‘agache’ frente a esta obligación.

Paraísos fiscales donde algunos ricos esconden fortunas o ‘lavan’ capitales, no van con economía democrática que busca desconcentrar riqueza. Maromas financieras de ‘vivos’ que buscan maquillar balances para hacerle ‘conejo’ al fisco, no permiten universo tributario justo y equitativo.

Poner precios de inmuebles, fincas, lotes de engorde, casas de recreo, yates de millonarios y ‘escondites’ de algunos privilegiados, por debajo del valor real, para tributar cifras irrisorias, no ayuda con justicia económica ni con quienes honran pagos a la DIAN.

Mafias, delincuentes enquistados en oficinas de administración tributaria donde roban y ayudan a robarle al fisco, deterioran confianza ciudadana en sistema impositivo.

Colombia urge esquema tributario y de recaudo moderno, esterilizado de contagios indeseables que por años han puesto en ‘jaque’ administración tributaria al punto de hacer ir del mando a Juan Ricardo Ortega. Un régimen impositivo sin telarañas que enreden procedimientos, menos dispersión y exenciones allá y aquí, generaría agilidad y confianza en  comunidad que declara y paga.

De la misma manera que se previene sobre castigos e intereses de mora por no declarar o pagar renta, contribuyentes también pueden plantear algo similar: ser informados con regularidad sobre destinación y eficacia de los impuestos que pagan. Eso es transparencia, prácticas de buen Gobierno. Ricos o pobres precisan saber sobre rumbo de dineros que pagan por impuestos de la misma forma que autoridades anuncian sanciones, previenen y suelen poner nerviosos a contribuyentes.