“Un sentimiento herido entre los colombianos”
MIRADOR
Hastío
TAL vez la fiebre o futbolmanía por la Copa América en Chile donde Colombia espera exponer su mejor juego, sirva de ‘anestesia’ para calmar la fobia del país contra las Farc. Quizá el encuentro de emociones y regocijos por la cita futbolera del continente ayude a cicatrizar horrendas heridas causadas por ese grupo guerrillero y que generan desconfianza y tedio con el proceso de paz en Cuba. Seguro que los goles de Colombia ayudarán a dosificar el cansancio y la pereza que hoy sienten los nacionales frente a negociaciones con ese grupo al margen de la ley.
La cita orbital llega en el preciso momento en que los colombianos expresan fatiga y ‘mamera’ con un proceso de paz que parece tener hoy mayor desprestigio debido al terrorismo de las Farc contra poblaciones, medio ambiente e infraestructura. El país necesita alguna distracción para apaciguar los ánimos caldeados.
Los campesinos creen cada vez menos en buenas intenciones de esos subversivos.
En las ciudades, se respira clima nocivo respecto al proceso de paz. En escuelas, colegios y universidades, la cátedra de la paz pasa hoy páginas amargas. En las calles, las gentes están hastiadas de confiar y esperar.
En las empresas, los hombres de negocios deben decir en público que guardan esperanzas por pronta resolución del conflicto armado, pero en privado, el cuento es diferente.
Los militares están hasta la coronilla de ver actos salvajes y demenciales de las Farc y claro, no van a bajar la guardia. Ahora menos se va a abrir la posibilidad de un cese bilateral al fuego. Ni más faltaba.
Hay un sentimiento herido entre los colombianos y cientos de familias destrozadas por arremetida cobarde de las Farc. Así las cosas, mejor ver, hablar y dedicarnos al fútbol de la Copa América.
El ambiente es nocivo hoy más que ayer con las Farc. Una fobia se esparce por el horizonte y una voz se agita en el pueblo: no más señores de las Farc, hagan la paz o se paran de la mesa.
El apoyo al gobierno del presidente Santos es irrestricto, solidario y permanente. Hay un frente común en favor de las Fuerzas Armadas, de los soldados, de los generales y de las tropas. Más que nunca, los colombianos están con su Ejército y exhaustos de esperar buenos gestos de esa guerrilla.
Negociar la paz en La Habana, al tiempo que Farc activan su furia criminal contra nuestros pueblos, no es ético ni valiente. Un acto de cobardía.
Esa guerrilla está en deuda con la confianza y fe de los colombianos. Se agota la paciencia de quienes jugamos el partido de la paz, sin fueras de lugar ni autogoles. El presidente Santos sabrá capotear el temporal, y el pueblo es su aliado.