ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 18 de Febrero de 2014

Dulce y amargo

 

El peor camino que puede seguir el país es acentuar el índice de miseria, pobreza y precario ingreso per cápita.

En días de campaña proselitista, los candidatos al Congreso y a la Presidencia deberían reorientar sus propuestas y aterrizar estrategias sociales que contribuyan con el centro de gravedad de los males que aquejan a una sociedad dispersa, desorientada y empobrecida. El contraste entre lo bueno y lo malo es claro: mientras el DANE informa que un alto porcentaje de colombianos sobrevive con un ingreso menor al básico mensual; los indicadores macroeconómicos difundidos por el Gobierno destacan la dinámica de inversión, crecimiento y empleo. El Gobierno mira por lo alto la perspectiva de lo grande que suma puntos en el exterior ante la banca internacional, si baja la vista, encontrará cuadros de miseria, sembrados hace más de 50 años en los 32 departamentos del país.

El presidente Santos viene haciendo su tarea de fortalecimiento de los principales agentes económicos tales como reducción del desempleo, fomento en vivienda, apoyo al microcrédito con el respaldo del Fondo Nacional de Garantías, que es el verdadero fiador de pobres que buscan acceso al crédito bancario. También sobresale la gestión del Gobierno en impulsar la actividad cafetera junto con acuerdos de producción básica agrícola, restitución de tierras, apertura de vías secundarias, interconexión tecnológica para reducir costos en las comunicaciones en apartadas regiones, y mayor cobertura en salud con un nuevo esquema de distribución de regalías.

Que los árboles tapen el bosque. Sin ocultar avances mencionados en prosperidad y la fuerza con que anda el tren del crecimiento, no es buen negocio que millones de ciudadanos estén devengando por debajo del salario básico. Un ingreso precario no estimula equidad ni redistribución. Tampoco permite que aumente la demanda de bienes y servicios. Cuanto menos gana el trabajador, tanto más aumenta el deterioro de su bolsillo y menor es su participación en la economía.

A  candidatos que van a elecciones el 9 de marzo y a aspirantes a la Presidencia les compete asumir rol protagónico en propuestas, soluciones y salidas audaces a problemas más sentidos de regiones donde se concentran desigualdad y olvido. Si el presidente Santos es reelegido, la política de economía social tendrá que rediseñarse de abajo hacia arriba con estrecha participación de Congreso, gobernadores y alcaldes, todos siguiendo el mismo objetivo. Desarrollo sin uniformidad es demostración de ambición política de muchos quienes en este momento hacen parte de la baraja electoral.

Conviene exaltar buenos resultados que en materia económica está obteniendo el Jefe de Estado, y al mismo tiempo mostrar puntos críticos ocultos por el jolgorio de cara externa del país.