Lo que hay
Un país de contrastes, folclórico y voluble en percepciones y estados de ánimo, es propicio a pasar del claro horizonte político y económico al clima gris del pesimismo. Cadena interminable de sucesos relacionados con corrupción, politiquería, favores en contratos, fraudes, desfalcos, desprestigio del Congreso, poca credibilidad en la justicia, recelo con organismos de control, lejanía con conceptos que emite la Iglesia, y lo peor, desconfianza de hogares; mina de desesperanza la ruta a seguir.
Una nación atrozmente golpeada por los más oscuros rufianes que la saquearon y aún intentan hacerlo, pierde parte de optimismo social y desmorona su fe en la equidad, la justicia e inclusión.
Tragedia nacional causada por infame asesinato de líderes y estadistas de talla mayor, le pasa la cuenta al país. Asistimos todavía a pesares de eternos funerales que aún lloran la pérdida de personas distintas, limpias y sinceras. Para citar, Luis Carlos Galán, Rodrigo Lara, Enrique Low Murtra, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Manuel Cepeda, y por supuesto, Álvaro Gómez Hurtado. Amplio velo de incertidumbre y nostalgia todavía cubre parte de la memoria nacional. Si los asesinos no hubieran cobrado tan caro al país robándole la vida de tan selecto grupo de líderes, hoy no estaríamos sintiendo tan hondo el peso de una clase política que, contadas excepciones, es poco digna de crédito.
El país acusa falta de nueva sangre y bríos en su ‘notable’, pero desteñida lista de dirigentes regionales y nacionales. No asoman nuevas figuras, o gamonales y caciques no los dejan salir a la arena política. Los ciudadanos buscan, pero no encuentran fácil nuevos faros que alumbren horrible noche que aún cubre parte de nuestro incierto escenario político.
Los colombianos cuentan que en 2014 elegirán o reelegirán Presidente, pero no esculcan en el interior de colectividades o directorios. Menos se entusiasman por leer con calma contenidos, enfoques y estrategias. Eso lo dejan para última hora. Darán una hojeada a propuestas cuando estén encima votaciones.
Aunque sociedad es hoy más madura y menos sobornable, más de opinión y menos de clientelismo, de voto libre, no de fraude ni precio al sufragio, poco halla en estadio de participación política. Se topa hoy y por fortuna con referentes como Germán Vargas, Óscar Iván Zuluaga, Juan Camilo Restrepo y Marta Lucia Ramírez. Y en medio de los pocos buenos que aún quedan en reserva natural de política nacional, surge la fe del carbonero por mejor país con apuestas por equidad, empleo, techo, salud y educación.
A la gente le duele no tener empleo ni casa, eso le vale más que firmar o no la paz con las Farc. ¿Los políticos lo entienden?