Pesada cruz
“El pago de impuestos se torna un viacrucis”
Esta semana mayor vence plazo en varios municipios para pagar impuesto predial. En ciudades capitales comenzaron a llegar formularios con liquidaciones sugeridas para cancelar en abril con descuento por pronto pago.
La petición política de que se aplazara el recaudo del predial no tuvo eco en ninguna región. Los bogotanos, en consecuencia, deberán ponerse a día con dos obligaciones fiscales simultáneas: valorización y predial.
La pesada cruz que llevan a cuesta los hogares contempla también el tributo de rodamiento de automotores, carga impositiva que deberá quedar al día este primer semestre. Luego vendrá la declaración o pago de renta incorporando el nuevo universo tarifario de reciente reforma tributaria.
Luego de Semana Santa los colombianos sentirán una especie de resaca impositiva. Nuestro sistema tributario es caro, disperso e inequitativo. Cuando la economía crece, aumenta el empleo y es dinámica la inversión privada, a las empresas y a las personas les resulta favorable honrar los impuestos.
Mientras más dinámica la economía, menor la evasión. A más ingreso per cápita, reducción de pobreza y control de la inflación, se incrementa el recaudo de impuestos.
Un país con equidad en distribución de riqueza, justicia en renta, democratización de la propiedad y disminución en la brecha entre ricos y pobres, genera mayores dividendos en las empresas para su reparto y por ende, engorda fuentes fiscales.
Cuando las economías decrecen o se expanden por debajo de las expectativas, el consumo cae, se abren menos empresas y el crédito se desinfla y es más caro, acentúa la evasión y descienden los impuestos.
Lo que hoy experimenta la economía nacional es que el crecimiento no es suficiente, no hay demasiada demanda de crédito interno, el consumo se ha frenado y la confianza de los hogares luce menos optimista que hace un año. Esta situación que coincide con un flojo desempeño de la industria se presenta en momentos en que llegan cargas impositivas impostergables y difíciles de asumir para muchas familias pobres.
Los ricos siempre sortean sus compromisos fiscales. Los pobres, en cambio, la tienen difícil. En la medida que las gentes carecen de ingresos suficientes y de fuentes básicas de financiación, sin ignorar desempleo y carencia de techo propio, el pago de impuestos se torna un viacrucis.
La solución nunca estará en dejar de recaudar ni en dejar de pagar. Un alivio pasa por prorrogar las fechas con descuento por pronto pago, pero la salida audaz y política tiene que ser la creación de puestos de trabajo estables y bien remunerados. Si hay empleo digno y bien pago para obreros y profesionales, aumentarán los contribuyentes y habrá menos protestas airadas y rebeliones sociales contra el cobro de impuestos.
Algunos millonarios reinan en paraísos fiscales, los pobres viven un calvario.