Las coaliciones se han convertido en una interesante modalidad de política electoral. Son producto del presente siglo y se orientan por las conveniencias de líderes de los cuales muchos de ellos han transitado por diferentes partidos. Los partidos políticos tradicionales mantienen unas organizaciones más sectoriales que integrales, son manejados por congresistas y gobernantes territoriales que gozan de una cauda electoral bastante sólida. Las posiciones ideológicas pasan a ser relativas y la conveniencia del poder prima sobre la doctrina.
En este orden de ideas y bajo la explosión de nuevas colectividades que surgen más por el ánimo de obtener personerías jurídicas, entregar avales, lograr legisladores, conseguir financiamiento del Estado y reposición de votos, que ser transmisoras de políticas integrales, más bien de programas específicos que sean atractivos a sectores de la sociedad y produzcan votos al ser llamativos a las necesidades de la gente.
Como nunca antes en estas elecciones se había visto una explosión de colaciones, muchas de ellas sin coherencia, pero con votos, otras si integradas por personajes afines a sus ideas. Tenemos tres de ellas, una marcadamente de izquierda que muestra ser la más solida; otra de centro izquierda que es una amalgama de oportunidades provenientes del liberalismo, de la izquierda y uno que otro aventurero con deseo figurativo; la tercera expresa una derecha y centro derecha, proveniente de tres partidos, uno histórico el conservador, otro alternativo la U, otro cristiano y dos exalcaldes independientes con fuerza electoral y excelente gestión administrativa municipal.
De estas tres coaliciones la más fuerte es la del Pacto Histórico, liderada por un curtido político muy cuestionado pero atractivo al elector; esta coalición tiene muy poco que ofrecer como tal, puesto que el candidato Petro según las encuestas tiene el 90% de favorabilidad, es más bien una antesala de votación cargada de votos para la segunda vuelta; la del Centro Esperanza definirá un candidato con la “esperanza” de pasar a la segunda ronda, pero va muy fracturada; y la del Equipo por Colombia según las encuestas parece ser la menos favorecida, una razón de ello puede ser la ausencia del candidato del Centro Democrático, partido de gobierno, que al irse independiente a la primera ronda, debilita la posibilidad de un candidato fuerte y unificado que pasara a la segunda vuelta a disputar con la extrema izquierda la presidencia.
De esta manera las coaliciones fortalecen a su sector o lo debilitan, en este caso favorece a la izquierda y debilita a la derecha, que al ir con el candidato que resulte ganador y el del Centro Democrático abiertos, la izquierda y el centro izquierda podrían ser las opciones que pasen a disputar la primera magistratura del país en la segunda ronda, quedando Colombia inexorablemente en manos de esta corriente y quizás por largo tiempo, estrategia que a nivel internacional se viene gestando para completar el mapa de una Latinoamérica en manos de la izquierda progresista, proyecto indiscutible del Foro de Sao Pablo.