“Su misión es llevar a Jesús a todo el mundo”
Saludamos este nuevo año en columna precedente, con invitación a labrar caminos esperanzadores. Avanzando ya en él pienso bien destacar un movimiento de espiritualidad floreciente en el mundo, presente en cerca de 200 países que creando caminos de esperanzas. Se trata de la “Obra de María”, conocida como “Movimiento de los Focolares”. Es de tinte espiritual, pero, desde allí, es fuerza motriz con extraordinarias, concretas y entusiasmadoras proyecciones en lo cultural, social, religioso y político, en los cinco continentes.
Surge esta gran Obra en Trento (Italia), con un grupo de jóvenes llenas de fe al lado de Silvia Lubich, quien tomará el nombre Chiara, inspirada en su deseo de dejarse iluminar por la luz de Cristo al estilo de Santa Clara de Asís. Nació esta sencilla y piadosa joven el 22 de enero de 1920 en la mencionada ciudad. Allá adelantó estudios académicos hasta obtener el título de Enseñante. Durante la realización de una jornada de estudio, en Loreto (1934), se acercó a la venerada Casa de la Anunciación, según tradición trasladada allí por los Ángeles. En ambiente tan propicio para la meditación profunda en se sagrado misterio, sintió, Chiara, el deseo de que Jesús se encarnara en su vida como lo ofreció a quien “cumpla la voluntad de mi Padre que está en los Cielos” (Mt. 12,49-50).
Vino la guerra mundial, iniciada en ese año 39, en la cual Italia, con Mussolini, que se alió a la Alemania de Hitler, sufrió terribles bombardeos. En esas circunstancias Chiara, con unas pocas jóvenes amigas se congregaban diariamente en oración, con reflexiones en la Palabra de Dios, con fe profunda en la protección divina y buscando ayudar a tantas personas dolientes en tan grave situación. En diciembre de 1943 no se sintió llamada a la vida matrimonial, sino a pleno y definitivo desposorio con el Señor, en vida de familia con sus compañeras, permaneciendo en el mundo y no en convento. Es el momento en el cual sus padres deciden emigrar de Trento, pero ella decide permanecer en esa ciudad con su nueva familia, que va surgiendo con sus amigas de unidad espiritual en consagración a Dios, ya María Santísima. Así surge el primer “focolar”, o pequeño hogar con calor fraterno. Dentro de esos hechos aceptados como fruto del querer divino y de gran unidad espiritual en torno a Jesús, se van dando pasos organizativos en un estilo de vida comunitaria, como laicas inmersas en el mundo, no en conventos, pero según normas eclesiales que se van dando a partir del Vaticano II.
Después de la primera comunidad femenina (“focolar”), de Chiara con sus primeras compañeras, van surgiendo otras más con más jóvenes, y, luego, se va abriendo la naciente espiritualidad a grupos de varones inspirados en ella, entre los cuales van participando Igino Giordani, parlamentario casado (1948) y Pasquale Foresi, que llegaría a ser Sacerdote, consideraron los dos como Cofundadores de la Obra. Surgen, luego, grupos Sacerdotales, que se nutren, también, con la espiritualidad de la Obra de María.
Así se inició esa corriente espiritual y apostólica, que recibió primera aprobación como grupo organizado en la Iglesia, con las características que iba tomando por el Arzobispo de Trento Carlo Ferrari, quien percibió su seriedad y pleno compromiso cristiano. Surge, así, sin pretensión de llevar esa semilla a convertirse en árbol frondoso con ramificaciones a escala mundial, sin planes elaborados previamente, fundada solo su entrega total a la Providencia y a la acción del Espíritu Santo, con asistencia de María Santísima, y, con ella, cumplir misión que es llevar a Jesús a todo el mundo (Continuará).
*Obispo Emérito de Garzón
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