Nuevo rumbo

Jueves, 15 de Marzo de 2018

LOS ojos de la comunidad están puestos ahora en elecciones presidenciales. Los aspirantes tienen una cara deuda social con el país.

Luego del espaldarazo de ciudadanos en votaciones del domingo, a los candidatos a primera magistratura no les queda otra que honrar el voto de confianza en medio de la incertidumbre nacional.

En el partidor ya se notan nombres de quienes muy seguramente tienen caudal electoral para pasar a segunda vuelta.

Fue un llamado de alerta el que sonó en elecciones legislativas.

Las gentes, en lugar de intimidarse de miedo y guardarse, salieron a sufragar en un gesto de rebelión popular contra la crisis colombiana y la desesperanza.

Con ilusión puesta en un nuevo mejor comienzo las familias salieron a las urnas pese a desacreditada y bullosa clase política, arrogante e insultante.

No tomaron el atajo de la abstención y optaron por salir a aclamar la redención de la nación, eligiendo a quienes consideran buenas promesas políticas e impulsores de candidaturas presidenciales.

Ningún político barato o decente tiene hoy cara para burlar la fe ciudadana.

Sería vergonzante que tras demostración de madurez y sensatez política, la clase gobernante siga estando al margen de la transparencia, engañando y acechando la corrupción.

No tendría presentación que partidos y movimientos robustecidos en elecciones legislativas carezcan de pudor y grandeza para ayudarle a los colombianos a reencontrar su norte, el rumbo perdido.

Los victoriosos candidatos a la presidencia no pueden tirar ahora la toalla.

Tienen la responsabilidad moral, ética y social de mirar de frente al ciudadano y  curarle tanta herida abierta por inequidad, pobreza y desamparo.

Se hace tarde para abrir compuertas de un nuevo inicio en la manera de hacer política. Con dignidad, principios, respeto, tolerancia, solidaridad y decencia.

Es momento de no robarse más al país. Es el cuarto de hora para emprender pequeños menesteres del día a día que alivien las cargas de hogares más pobres y desatendidos.

También es hora de grandes desafíos para apostarle a la prosperidad económica que transforme aparato productivo en sistema empresarial fuerte, sólido y capaz de crecer con empleo digno y bien pago.

Candidatos que ya puntean encuestas y cábalas periodísticas tienen que asumir talento y talante.

Deben ser huesos duros de roer para delincuentes y corruptos que tienen la nación postrada, mordida, agredida, saqueada y feriada.

Si son Germán Vargas, Iván Duque y Gustavo Petro, los favoritos, pues que ya dejen rencillas y odios, fanatismos y pedanterías, y más bien pongan sus mejores cartas sobre la mesa: empleo, salud, educación, seguridad, infraestructura, competitividad, productividad, atención al adulto, a la niñez desprotegida y a las zonas vulnerables y hambrientas.

Si la corazonada de viejos y visión de muchachos es que son Humberto De la Calle y Sergio Fajardo, los de mayor chance, también son invitados a proponer salidas audaces y creíbles frente a males que causan incertidumbre e impotencia: educación, empleo y justicia social.

No más el país de vanidosos, engreídos y petulantes en el poder.