La noche de las velitas, el 7 de diciembre, es para los católicos en Colombia un atardecer que se corteja además en las ventanas de las casas de muchos municipios, con una bandera azul y blanca. Encender las velitas y los faroles son el saludo a la Virgen María y la bienvenida a casa, en la fiesta de la Inmaculada madre de Jesús, como antesala de la tradicional novena de Navidad, que acompaña además la Corona de Adviento de los cuatro domingos antes de la Nochebuena.
El Papa Pio IX en el año 1854 establece la fiesta del 8 de diciembre, en la Carta Apostólica Ineffabilis Deus, que declara el dogma de fe de la Inmaculada Virgen María y que en Colombia por su trascendencia no se mueve para los lunes, entre los puentes festivos de la Ley Emiliani. Fiesta que junto con el día de la Virgen del Carmen tiene un gran arraigo nacional.
Este año muy seguramente se alumbrarán las velitas en la esperanza por el fin y el remedio a la pandemia del Covid-19 y por la superación de las dificultades para sostener los ingresos en los distintos hogares.
Es el momento para pensar cuáles serán las principales luces por las cuáles habrá que trabajar en el 2021, aquellas que pueden estar en el corazón de las necesidades y expectativas:
Bien argumenta el Presidente de Anif que el bienestar de los hogares va de la mano de la recuperación de los ingresos laborales, razón por la cual anima a pensar en la pertinencia de las cargas no salariales vigentes, la posibilidad de flexibilizar los términos de contratación y la razonabilidad en el ajuste del salario mínimo. Pueden ser estos mecanismos que estimulen la formalidad por encima de los avatares y la inestabilidad que hemos visto en la sobrevivencia que conlleva la informalidad.
Esperanzas frente al impulso a la empresa, a las nuevas formas de trabajo, el desarrollo digital y el fortalecimiento de líneas innovadoras o de menores costos serán muy posiblemente la petición de muchos.
Por otro lado, se mueve por internet la idea de un nuevo modelo de educación japonés, que cierto o no, es parte de dar respuesta a los jóvenes como ciudadanos del mundo. Este modelo habla de profundizar esencialmente el conocimiento en matemáticas financieras y administración, lectura, civismo, computación y aprendizaje de cuatro idiomas y culturas.
El hecho es que vale comenzar por acelerar el cierre de la brecha digital en la educación, especialmente en la ruralidad y por incentivar la educación en tecnología y en técnicas desde la educación escolar para sacar jóvenes con herramientas con mayor capacidad de acceso al mercado. Gran preocupación será la de buscar alternativas para el desarrollo y la actividad laboral de los jóvenes, como lo es también para las mujeres, ambos altamente afectados por el desempleo.
Faltarían muchas velas por prender pero estas pueden ser una luz de esperanza. Buscar las alternativas a la difícil situación laboral de muchos tendrá que ser el centro de la política económica.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI