En Colombia hay cerca de 13.4 millones de personas entre 16 y 30 años. Las proyecciones más optimistas calculan que han salido a protestar cerca de 500.000 personas, supongamos que el 70% han sido jóvenes, 350 mil. El 2.6% de los jóvenes colombianos han salido a las calles, algunos lo han hecho de forma pacífica y otro tanto a ejercer la violencia, bloquear vías, hacer actos de terrorismo, y afectar a la inmensa mayoría de los colombianos, especialmente a los más vulnerables.
Ese 2.6% dice representar a la totalidad de la juventud colombiana, pero lo cierto es que solo se representan a ellos mismos. La mayoría de los protestantes no saben cuáles son sus peticiones, y han dejado que la vocería del paro nacional la tome un grupo de personas mayores, con intereses politiqueros, y desconectados de las necesidades de los colombianos. Los jóvenes quieren más educación, pero el comité del paro quiere mantener suspendida la educación presencial.
Los jóvenes quieren menos pobreza, pero el comité insiste en bloquear medio país condenando no solo a la pobreza, también al hambre a millones de colombianos. Los jóvenes quieren menos corrupción, pero el comité del paro invita a participar en las marchas a políticos corruptos que históricamente se han apropiado de los recursos de la educación y la salud, sin mencionar los innumerables escándalos de corrupción del senador Gustavo Petro. Los jóvenes quieren más empleo, por un lado, los bloqueos han llevado a la quiebra a cientos de empresas en las últimas semanas, destruyendo miles de empleos en todo el país.
Por otro lado, el pliego de peticiones solo destruirá la economía, espantaría la inversión extranjera y nacional, evitando la generación de nuevos puestos de trabajo. Por último, los jóvenes no quieren más subsidios, creen en el valor del trabajo y el esfuerzo individual, solo están pidiendo que los dejen trabajar.
Ni el comité del paro, ni el 2.6% de jóvenes que han salido a las calles representan el sentir de la juventud colombiana, el Gobierno debe tener en cuenta esto a la hora de hacer concesiones y negociar el modelo de país. En una democracia una minoría no puede imponer su agenda a la fuerza, pasando por encima del modelo económico y social que aprueba el 97% de colombianos. Mucho menos, una minoría puede afectar los derechos, entre ellos el de la vida, de la mayoría de los colombianos.
La mayoría silenciosa castigará en las urnas la zozobra y sufrimiento que el terrorismo, vandalismo y bloqueos ilegales han generado en las últimas semanas en Colombia. Cada día que insistan en afectar a los colombianos, perderán miles de votos.
Si quieren destruir la economía, condenar al pueblo colombiano a la pobreza y crear una profunda crisis social, como lo han hecho en Cuba, Venezuela y Corea del Norte, al menos hagan un esfuerzo por ganar las próximas elecciones. El 97% de los colombianos no vamos a permitir que a través del uso sistemático de la violencia y la destrucción nos impongan un modelo de País fracasado. Somos mayoría y lo demostraremos.