Asistí a un foro convocado por la Agencia Nacional de Hidrocarburos y otras empresas y gremios, en la ciudad de Barranquilla sobre el ‘offshore’, la exploración de hidrocarburos en el mar Caribe. El propósito de esta convocatoria fue preparar a la región para los nuevos descubrimientos de gas y petróleo que puedan encontrarse en los contratos que el Gobierno de Colombia firmó en 2019 con algunas empresas de talla mundial como Shell, Repsol, Noble Energy, Exxon Mobil y Ecopetrol.
Varios mensajes me quedaron claros.
El primero, es que para el año 2040, según los últimos informes de la Administración de Información y Energía de Estados Unidos, los combustibles fósiles seguirán siendo la principal fuente de energía del mundo. Para que los países en vías de desarrollo, principalmente China e India -también Colombia- prosperen y 2,5 billones de habitantes pasen de la pobreza a la clase media, el mundo necesitará en un 50 % de los combustibles fósiles: gas, petróleo y carbón.
Otro mensaje claro fue entender que la llamada “transición energética” es un proceso que tomará muchos años, dado que requiere de cambios sustanciales.
La era del petróleo demoró 40 años en instalarse en nuestras vidas y la del gas 50. El gas, además, es un combustible fósil que debe incluirse en dicha transición, dado que es más limpio. Un ejemplo de esto es la reducción de emisiones de CO2 en EE.UU., por el incremento de la producción de gas no convencional, obtenido mediante la polémica técnica del ‘fracking’. Algo que me sorprendió, pues los ambientalistas critican esta tecnología y en Estados Unidos, gracias a ella, se vuelven autosuficientes en materia petrolera y además de eso reducen sus emisiones de carbono.
Por su parte, el presidente de la ANH, Luis Miguel Morelli, aseguró que el país necesita ‘sembrar las semillas del petróleo’ mediante una exploración intensiva, dado que la cosecha demora muchos años: aseguró que tenemos ante nosotros el fantasma del desabastecimiento, debido a la caída observada en la vida media de las reservas de gas del país, que por primera vez se ubicó por debajo de los 10 años, -con corte a 31 de diciembre de 2018- y de mantener esta tendencia, las finanzas públicas se verían en aprietos.
La producción de hidrocarburos ha representado el 36 % de las ventas externas del país en las últimas dos décadas, una proporción que asciende a 41 por ciento entre enero y julio de 2019. El sector ha aportado, en promedio, el 14 por ciento de los ingresos corrientes del Gobierno.
Con la subida del dólar frente al peso, no cabe duda que ahora internacionalmente somos más pobres que antes, aunque haya personas encargadas de convencernos que esta situación ayuda a los exportadores lo que no deja de tener beneficios económicos para algunos, pero consecuencias graves para la mayoría de las personas.
Se imaginan ustedes si se acabaran las reservas de petróleo y gas y nos tocara importar, ¿de dónde sacaríamos el dinero para hacerlo?
Ojalá las empresas que han sido beneficiarias de los nuevos contratos pronto nos den buenas noticias ya que a finales del primer semestre de 2020 perforarán el pozo más profundo en costa afuera en Colombia.
Lógico sería que las petroleras escogieran instalaciones que hay hoy en las Guajira como sede de los servicios offshore ya que es la zona más cercana a las posibles explotaciones y así lograr una posibilidad de desarrollo más para esa región.