He estado analizando las declaraciones de algunos precandidatos y dirigentes políticos que en su momento han expuesto que al llegar a la Presidencia de Colombia arrasarían o cambiarían los acuerdos de paz. Por mi parte, me parece que éstos son irreversibles y que, aunque no se compartan, será muy difícil acabarlos o moldearlos en la medida en que los compromisos de entrega de armas e incorporación a la democracia de los ex-guerrilleros se den y por tanto se incorporen al pleno respeto al Estado de Derecho.
Claro está que tampoco comparto lo que algunas personas manifiestan al decir que están blindando jurídicamente el proceso para que nada ni nadie lo pueda acabar, pues en la realidad las cosas en derecho se deshacen como se hacen y por tanto lo importante es que se dé cumplimiento a los compromisos para que a través de ellos se fortalezcan los pactos y el país salga de las dudas que tiene respecto de los acuerdos.
Insisto que independientemente de los acuerdos, nos gusten o no, lo importante ahora es la implementación de los mismos, frente a la cual hemos empezado con varios errores e incumplimientos que no sólo preocupan a los colombianos, sino que han conllevado consecuencias como es el caso del aplazamiento que se presentó en las fechas para la entrega de armas por parte de las Farc, según ellos como consecuencia del incumplimiento del gobierno en el montaje de las zonas de concentración transitorias y la falta de los contenedores donde debían incorporarse.
Por otra parte y desde un punto de vista estratégico, ¿Cómo es posible que las zonas que antes ocupaban las Farc no hayan sido ocupadas militarmente y socialmente por el Gobierno y lo que esté sucediendo es que están llegando a ellas otros grupos ilegales alzados en armas? ¿Será que no somos conscientes que parte del conflicto que hemos vivido en nuestro país es por causa de la ausencia del Estado en las diferentes partes del territorio nacional? La presencia de Estado no se da solamente a través de las instituciones armadas, sino también a través de la acción social. Es necesario llevar salud, educación, vivienda, servicios e infraestructura a todos esos rincones del país. En otras palabras, podríamos superar o disminuir el gran abismo que existe entre las zonas urbanas y las áreas rurales apartadas del desarrollo. Esta es la única manera en que podremos incorporar de forma adecuada a todos a nuestros avances y desarrollos y construir una paz sólida y verdadera.
No nos olvidemos que con las guerrillas podemos llegar a pactar acuerdos políticos de terminación del conflicto armado pero que la paz hay que construirla con y para todos los colombianos. De no ser así, en breve estaremos de nuevo observado la presencia de grupos armados ilegales que incrementarán los problemas en lugar de terminarlos. La preocupación frente a los cultivos ilícitos y el narcotráfico tienen que enterrarse con una acción efectiva del Gobierno que demuestre que se disminuyen los cultivos. . Hay que lograr suplantar el valor que se le da al dinero con el valor y respeto por la vida de los colombianos. Basta nada más con recordar cómo hace pocos meses mataban policías y como lo siguen haciendo.
Por último aspiro que el atentado que se presentó este fin de semana en El Centro Andino de Bogotá no sea el inicio de la información que en sus declaraciones dijo el Subdirector General de la Policía Nacional que manifestó que los grupos ilegales comenzarían a atentar contra personalidades de la vida nacional, altos funcionarios públicos y no se descartaría que iniciarán de nuevo los carros bombas y atentados con explosivos. Los colombianos tenemos que unirnos para rechazar estas acciones y que se nos garantice la seguridad ciudadana.