Laicado católico vivo y operante (II)
Continuando con este tema alentador es de destacar que se celebró en Bogotá (1 al 3 - 03) el Congreso Nacional del Laicado Católico, en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia, con unos 200 participantes venidos de distintas regiones del país y con representación de varios de los Movimientos Apostólicos que congregan millares de fieles católicos laicos. Sin ostentación, pero con gran eficacia, mantiene, vivo y operante un laicado que en los distintos ambientes es fermento de bien y guardianes de los principios cristianos que salvarán a una humanidad que absurdamente quiere alejarse de Dios y de sus luces bendecidas.
En el “Año de la Fe”, lanzado por vocación del santo y sabio Benedicto XVI (octubre 12 a octubre de 13), este Congreso de Laicos Católicos reflexionó sobre temas para asumir con decidido compromiso como tomar conciencia del deber de dar eficaz aporte a la “Nueva Evangelización” que se abre paso en parroquias y diócesis, como la necesidad de mantener en alto la dignidad social de la familia con bases cristianas, como la valiente defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, como la constante tarea de mostrar a los humanos todos los valores y finalidades grandes de una sexualidad comprendida y vivida bajo el orden establecido por el Creador.
Se destacó, igualmente, en ese gran Congreso, como contribución a la humanidad de parte del laicado católico, el deber de hacer presencia en el mundo de la política, como arte de gobernar honesta y eficientemente, con miras de purificación definitiva de algo que es indispensable para los pueblos, lamentablemente hundidos en costumbres basadas en conceptos de egoísmo y de explotación de los humildes. Se admitió, allí, la necesidad de hacer presencia, también, en la economía, en actividades de servicio social inspiradas en el mensaje social cristiano, así como en los medios de comunicación, por medio de un laicado comprometido con la fe.
Para que esos propósitos no se queden en buenos deseos se necesita organización y planeación, con visión clara de unos objetivos, todo ello sustentado por honda convicción de la responsabilidad ineludible hacia algo de urgencia máxima, en lo que se actuará como en cruzadas asumidas por la fe, urgidos por el amor a Dios y a la humanidad. Sigue con más urgencia, aún, tener cuenta lo expresado por el Papa Juan Pablo II en su Exhortación sobre “Los Fieles Cristianos Laicos”: “Si el no comprometerse ha sido siempre algo inaceptable, el tiempo presente lo hace aún más culpable. A nadie le es lícito permanecer ocioso”(n. 3).
Todo esto implica constante capacitación en los distintos frentes de acción, consagración a la formación, planeación y ejecución de las acciones necesarias. Para la debida orientación de acertadas y decididas acciones es necesario reiterar que se deben tener en cuenta aspectos doctrinales, como que “adquirir compromisos de Iglesia como tal” corresponde a la jerarquía, integrada por el Papa y los Obispos, con la colaboración de Presbíteros y Diáconos, quienes “son pastores como maestros de doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros dotados de autoridad” (Constitución sobre la Iglesia n.4).
Pero, así como aquellos tienen su lugar en la organización y marcha en la Iglesia, los laicos tienen también el suyo y “allí son llamados por Dios” (Constitución sobre la Iglesia n. 31), y es allí en donde “llevan su vida normal en el mundo” (“Fieles Cristianos Laicos” n. 15). Son los laicos, en ese lugar, losexpertos que tienen la palabra.La Iglesia los mira y los respeta allí “implicados en todas y cada una de las ocupaciones y trabajos del mundo, y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social” (Constitución sobre la Iglesia n. 31). (Continuará).
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*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.