MONSEÑOR LIBARDO RAMÍREZ GÓMEZ* | El Nuevo Siglo
Domingo, 14 de Octubre de 2012

A tiempo y a destiempo

 

Alarmante  la sordera caprichosa de algunas gentes a las voces que señalan caminos de orden moral y anuncio de principios benéficos para la humanidad, colocados por Dios en la conciencia y expresados en sabios magisterios. San Pablo advirtió a su discípulo Timoteo, esa lamentable realidad, y, ante ello, le pedía no desanimarse sino insistir en seguir proclamando el mensaje de bien “a tiempo y a  destiempo”, (II Tim. 4,2). Los pregoneros de aquellas campañas no cesan en su afán de socavar esas bases firmes de la sociedad, y hay torrentes de dinero a escala mundial para  reforzar sus empeños. Pero, frente a ellos, hay quienes, por convicción profunda y total desinterés personal, enarbolamos esos principios, con entusiasta acogida de aquella insistencia del Apóstol.  

Previniendo obstinación de las gentes de todos los tiempos,  el mismo Saulo de Tarso decía: “Vendrá un tiempo en el que los hombres no soportarán la sana doctrina, sino que, arrastrados por sus propias pasiones se harán un montón de maestros, por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas”. (II. Tim. 4,3-4). No nos sorprenda, entonces, que dos mil años después sigamos teniendo pregoneros de engañosas “fábulas”.

Todo está dicho en la Palabra de Dios, en tantos documentos de esa Madre y Maestra, la Iglesia. De allí que, a diario, no esté repitiendo sus benéficas enseñanzas. Sin embargo, con paciencia y amor ilimite, hace ella frecuentes llamados a repasar sus diáfanas enseñanzas, dadas a toda escala, orando porque se abran mentes y corazones a ellas.

En la línea, de paciencia y amor, aun ante los encaprichados y desdeñosos ante sólidas enseñanzas, a la Colombia de hoy se ha lanzado un  reciente pronunciamiento, dado con coraje y claridad por el Presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Rubén Salazar, bajo título “Por la vida y por la mujer”.  En este oportuno y necesario documento, hay primordial reclamo del respeto debido a cuanto prescribe nuestra Constitución Nal. en Art. 11, sobre  “derecho inviolable de todo ser humano a la vida”,   que debe ser promovido  y tutelado por la sociedad y el Estado.

En ese valiente documento hay el debido rechazo a toda violencia y supresión de seres humanos inocentes, comenzando por los más débiles entre los débiles como son los niños en gestación. Postura que no es algo contra los verdaderos derechos de la mujer, sino ayuda a liberarse del horror de matar al hijo de sus entrañas. Es que “la mujer es una víctima más del aborto”, dice el Arzobispo, por los graves traumas que vienen sobre ella, y, antes que propiciar ese inhumano proceder en caso de embarazo, está el afrontar otros aspectos como su defensa en su derecho a la igualdad en el trabajo, protegerla ante la violencia familiar, darle atención médica para su salud y la de su hijo, evitar campañas que demeriten su mayor gloria como es de la de ser digna madre.

 Por lo demás que se propicien, más bien, acciones positivas en lugar de la supresión inhumana del hijo que se dé mayor orientación en lo afectivo y sexual,  que se creen grupos asociados para dar la mano a la mujer embarazada y asistencia médica oportuna hacia esas dos preciosas vidas, y decidido empeño en defender el derecho pro a la vida en debates públicos. Es, también “urgente realizar movilización general de las conciencias y un común esfuerzo ético para poner en prueba una estrategia a favor de la vida”.

Ante este tema, que no es solamente religioso sino científico y humanitario, es preciso que haya siempre gentes sensible a la vida, con oídos y corazón abiertos, listos a defender los grandes valores: “a tiempo y a destiempo”.

monlibardoramirez@hotmail.com

*Presidente del Tribunal Ecco. Nacional