Monseñor Libardo Ramírez Gómez* | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Septiembre de 2015

TRATOS INHUMANOS

Con dolor de Patria

Nunca  pensé que barbaridades y tratos inhumanos como los que oí en mi infancia, estilo propiciado por el casi-demente dictador Hitler, en Alemania, se fueran a dar setenta años después, y al lado nuestro, en la hermana República de Venezuela. Está en su derecho un gobierno de hacer las investigaciones del caso  cuando se detectan actividades ilícitas en su territorio, y adelantar procesos de ejemplar penalización de delincuentes después de ponderado juicio, pero, sin juicio alguno, sacar de sus casas violentamente a familias con niños e inválidos, y deportarlas a otro país, con trato peor que a los animales, es acción bárbara que reclama el más fuerte repudio.

Es incivilizado perpetrar agresiones y tratos inhumanos a pueblos enemigos, pero, hacerlo con pueblos amigos, es acción incalificable que solo cabe realizarlo u ordenarlo a mentes y corazones pervertidos. Dolorosamente es esto cuanto ha ocurrido, y sigue ocurriendo, entre naciones más que hermanas, que tienen historia común y deudas de gratitud inmensas, como Colombia y Venezuela.

Ante estos vergonzosos y repudiables hechos, que nos duelen “con dolor de Patria”, afortunadamente la inmensa mayoría de colombianos ha tenido actitud noble y erguida, han sido torrentes de declaraciones y escritos en contra, no solo por tratarse de los nuestros sino en rechazo de hechos contra seres humanos, sin distinción, solo imaginables en bárbaras naciones. Se han recibido con jubilosa acogida las sabías páginas de la encíclica Laudato Sí, del Papa Francisco, en las que clama por la defensa de la Tierra y de todo lo maravilloso que hay en ella, pero la  principal  lección  de ella es la del  respeto y defensa del ser humano, su vida y sus derechos. Todo atropello a una sola persona humana debe ser repudiado, si algo se ha entendido de ese precioso documento pontificio.

Nos han extrañado esos lamentables hechos, pero han servido para poner en claro muchas cosas. Se ha constatado qué calidad de gentes y qué ideal tienen los que han  patrocinado esos salvajismos, y nos han señalado también, quién  y qué clase de colombianos son los que han sido indiferentes, o hasta justificado y defendido a un desalmado como Maduro, por ser exponente de un socialismo cuyo nombre les simpatiza, y creen deben apoyar, así esté desenfocado y sea artífice de criminales acciones. Están primero las simpatías, conectadas con trasnochadas y fracasadas ideologías, que el amor y defensa de la Patria, y a la progenie humana.

Hemos tenido, por lo demás, gestos de sensatez y de grandeza como salidas generosas a la defensa de los que han sido enemigos políticos, al verlos ultrajados por el déspota venezolano. Hemos leído páginas vibrantes, a la altura de las circunstancias, en defensa de los débiles y de la Patria, que nos dan certeza de que sí hay en Colombia valores que en un momento dado se pongan al servicio de grandes ideales. Hemos sentido en Colombia y en Venezuela la voz de dirigentes de Iglesia, que con mesura pero con claridad han dado oportunos llamados a la solidaridad, al respeto a los derechos humanos, y a poner en alto el amor patrio. Hemos visto la preocupación gubernamental ante tan graves hechos, desobsesionándose del mágico remedio para Colombia cifrado en pactos con los  que se han mostrado los más solidarios con Maduro, y haciendo reclamos, así sea tímidos, a la solidaridad de las naciones  supuestamente amigas, que lamentablemente no han manifestado de buena parte de ellos, ni con el  coraje que los atropellos inhumanos amerita.

Dios quiera que se aproveche la unidad de los nobles corazones de colombianos para las causas de bien, para el  rechazo de todo crimen y barbarie, y no permita que nuevos cuasidementes nos lleven a desastrosas conflagraciones bélicas. ¡”Es que la Patria también cuenta, y por supuesto, duele”! (N.S.30-08-15).

monlibardoramirez@hotmail.com

*Expresidente Tribunal Ecco. Nal.