ILUMINAN LOS SENDEROS
Faros de luz y esperanza
En medio de las noches oscuras para el mundo y para Colombia, fruto de tantas mezquindades, egoísmos, deshonestidades, injusticias y caprichosas soberbias que obstinadamente invitan a dejar de lado a Dios y a sus sapientes mandatos, surgen luminosos y esperanzadores faros que emergen, cuando se aceptan con humilde sabiduría las luces de lo Alto. La figura de los sumos pontífices de la Iglesia de Cristo, y otras figuras de gran bondad y sabiduría entre dirigentes y dirigidos de la Iglesia, están allí para confortar los espíritus, y proponer que se tenga en cuenta su testimonio y sus enseñanzas para llevar a cosechas de bien que traigan alegría y paz.
Tan benéfica ha sido la presencia de prestantes personalidades de la Iglesia como un San Benito para sentar firme piso a Europa, hace centurias, o la voz de un León XIII y un Pío XI, con sus maravillosas encíclicas sociales de contenido precioso para la orientación de la humanidad, con felices resultados en donde lo han aplicado, y evitar sendas inhumanas e infructuosas como las del marxismo. Qué bienes tan inmensos han traído, esas enseñanzas así como las orientaciones de grandes pontífices como Pio XII, Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco, unidas a ese mar de sabiduría práctica contenida en los documentos emanados del Concilio Vaticano II y de los sínodos subsiguientes.
Como oasis de alegría y optimismo, encontramos en naciones y regiones, cuando en ellas se posesionan párrocos u obispos, en contraste con desencanto por incumplimiento de promesas, de parte de tantos servidores públicos. Ese ambiente de alegría y de confianza en el caso eclesial es fruto de la certeza de serio cumplimiento del servicio que desde esos cargos se prestan, con desinterés, honestidad, y entrega sin reserva a definidos compromisos. Se percibe la alegría y confianza de las gentes frente a esos faros que iluminan senderos libres de mezquinos cálculos personales o de grupos.
¡Qué alegría y confianza se percibe en nuestras gentes cuando llega un nuevo Pastor de la Iglesia Católica a sus terruños! Hemos palpado recientemente, ese gozo íntimo y segura esperanza, en lugares como Armenia con la llegada de su nuevo obispo, Pablo Emiro Salas, en Facatativa, de Mons. José Miguel Gómez, en Duitama, al acoger a Mons. Misael Vacca. Manifestaciones de justo reconocimiento se han hecho a la labor que esos prelados venían realizando en otras diócesis y reconocimiento, igualmente, a lo realizado, con tan positivos resultados.
En el mundo, y en Colombia, ante los íntimos anhelos de paz y de progreso que hay en todo buen ciudadano, qué bueno destacar, y no cerrarel paso, a aportes que dentro de ese limpio espíritu, y con su seguro mensaje doctrinal, nos da la Iglesia. Cómo es de importante obrar por convicción y no con postizas ambiciones disfrazadas de bondad, obrar con ánimo de servicio y lejos de toda corrupta ambición, obrar con desinteresado servicio y no con avaricia de dinero o poder personal.
Queda, con ese ejemplo, el llamado a dar aporte de todos para cerrar el paso a verdaderos atrasos como es justificar o propiciar acciones criminales, impulsar atentados contra la vida como el aborto, la eutanasia y todo homicidio, o contra la moral y sanas costumbres como el desenfreno sexual o estimulo a relaciones antinaturales del lesbianismo o la homosexualidad. Tenemos una Iglesia, en la cual puede haber fallas en distinto sentido, pero que doctrinalmente rechaza esos desbordamientos que lesionan el convivir humano. Qué bien tener en cuenta y atender tantas lecciones de servicio limpio y positivo a la humanidad, camino verdadero hacia el progreso y la paz, con sus leales servidores faros de luz y de esperanza.
*Expresidente del Tribunal Ecco. Nal.