“Hay realidades que dan inconmovible fortaleza”
INDISPENSABLES PARA UN ORDEN ESTABLE
Bases de verdadera sabiduría
Es de elemental conocimiento que para la estabilidad de un edificio se necesita echarle buenas bases, y que mientras más alto y frondoso sea un árbol requiere más profundas raíces. Edificar sin bases es grave torpeza y necedad, dijo la Sabiduría encarnada: Jesucristo (Mt. 7, 24-27). Para que haya orden estable en el mundo, en todas las esferas del vivir y del actuar, hay realidades que dan inconmovible fortaleza, primeros elementos que dan garantía de que perdure lo que se construye en las naciones, y son la justicia y la sabiduría. Querer construir paz, armonía y progreso de los pueblos sobre bases de justicia endeble o a medias, o con etérea sabiduría, es esfuerzo inútil y seguro fracaso.
Todo cuanto se diga en reclamo de que se tenga auténtica y definida justicia es fruto de mentes en donde anida auténtica sabiduría. Querer construir paz, progreso y estabilidad, sacrificando a ello la justicia, es vana ilusión y torpe empeño. Entonces, cultivando seriamente sabiduría, se dejará de lado dar cabida a necedades que con ligereza y poco seso no dejan de proponerse como mesiánicos caminos.
Hay definiciones del mismo Dios que expresan su esencia, como que “Dios es amor”, o que Dios es “sabiduría infinita”. En donde hay verdadero amor, libre de engaño y de búsqueda de rastreros placeres, allí hay reflejo de un Dios que es, a la vez “Sapiencia suma”.Preciosa página de la historia humana en la que se presenta al joven Salomón, que entra a gobernar al pueblo israelita en sucesión de su padre David, y, consciente de la responsabilidad de gobernar debidamente a su pueblo, sin arrogancia, ni ambición, ni provecho para sus amigos, sino pensando con grandeza en el bien general, cuanto pide a Dios “es un corazón atento para juzgar, para discernir entre el bien y el mal”. Agradó a Dios esta súplica, dice el Libro Santo, el no haber pedido ni larga vida, ni riquezas, ni la muerte de sus enemigos sino “inteligencia para atender con justicia” (1 Reyes 3, 9-11). Qué distinto sería el mundo, qué distinta nuestra amada Colombia, si su dirigencia, en todos sus estamentos, tuviera la sapiente actitud de orar ante Dios, no hundidos en soberbia y ambición de poder, signo con compromiso de actuar en forma acorde con esos sabios y nobles ideales.
Claro está que para ubicarse en esa esfera de grandeza se necesita superar la máxima necedad como es negar a Dios, y querer construir mundos nuevos sin su ayuda. Con gran cordura se han de emprender las tareas de sacar adelante los pueblos, inspirados en aquella sapiente y noble convicción de que “Si el Señor no construye la casa en vano se afanan los albañiles” (Sal.127,1). Agradeciendo con humildad, que da alegría, al Dios de las bondades, encontramos en el más importante de los libros, la Biblia, una serie al “libros sapienciales”,con centenares de las más sabias máximas, plenas de sabiduría, tan en contraste con las de los constructores de mundos y civilizaciones sin Dios ni ley.
Qué bellos para recitar, y más para vivir, esos himnos como el que canta cómo “la sabiduría ha edificado su casa,ha tallado sus columnas” (Prov. 9,1). Naciones, y el mundo, edificados sobre bases de verdadera sabiduría, ¡qué sueño tan maravilloso! Lástima que soberbia humana, las actitudes egoístas, las ambiciones de riqueza, de placer y de poder, tapen los oídos, emboten la mente y dañen el corazón. Lástima que caprichosamente se busquen otros faros orientadores que alejan a los humanos de la sabiduría, y, por ausencia de ella a la justicia, y, sin estas, todo verdadero anhelo de paz.
El Espíritu Santo, cuya festividad hemos celebrado, y el Sagrado Corazón en cuyo mes estamos, iluminen más y más mentes, y muevan los corazones, a colocar bases de sabiduría en todos los ámbitos del mundo.
*Expresidente del Tribunal Ecco. Nal.