Monseñor Libardo Ramírez Gómez* | El Nuevo Siglo
Domingo, 4 de Enero de 2015

Nuevo amanecer

 

En el amanecer de cada año nuevo se trata de vislumbrar cuanto haya de acontecer en él. Algo de mi infancia era ver en las nubes del cielo figuras de barcos, o de corderitos o de tumbas, que presagiarían viajes, o prosperidad o fallecimientos. Era juego inocente, que matizaba ese amanecer de inolvidables días, al calor de encantador ambiente familiar de niños amados por excelentes padres. Ellos nos mostraban en las maravillas de la naturaleza las huellas de un Dios creador, autor de todo bien.

Ahora, en edad provecta, ya no en las figuras formadas en las nubes sino tras celajes plácidos, esperanzadores, o tras nubarrones de incertezas que nos deja el año que termina, con sus proyecciones hacia la serie de días por venir. Hecho el balance, ojala positivo, del año que ha quedado atrás, es de saludar con optimismo, pero con realismo, el año que se inicia, desde el amanecer de su primer día.

Aparece, entre los signos confortantes, la figura de un Papa Francisco, sencillo, espontáneo, cercano a las gentes, franco en elogios o en censuras, abierto a todos los humanos, queriéndolos a todos, aun a los hundidos en vicios, no para dejarlos allí sino con invitación a un alegre vivir bajo los mandatos de Dios. Esa figura alienta y es presagio de días colmados de bien para la Iglesia y para la humanidad. Los avances de la ciencia y de la técnica no opuestos a los planes divinos, en los cuales hay cabida para cuanto sea útil para la humanidad, con respeto de leyes naturales, señaladas sabiamente por el Dios ordenador, es nuevo aspecto que nos conforta.

Nueva figura presagiante de mejores días palpar la toma de conciencia de muchos que, para que los avances de la humanidad tengan sentido y augurio de estabilidad, son conscientes de la necesidad de actuar como colaboradores de los planes de un Dios que bendice ese ir adelante, en actitud de fe, que no coarta sino que estimula verdadero progreso. Presagia, igualmente, amaneceres hermosos para los pueblos, constatar el trabajo apostólico, entusiasta y alegre, de tantos creyentes, guiados por solícitos pastores del espíritu que, en medio de tantos ataques caprichosos a los dictados religiosos, aplican nuevos métodos pastorales que llevan a una saludable compenetración de principios religiosos propiciadores de tanto bien para la humanidad.

En contraste con lo anterior, en el horizonte de las naciones, y del mundo entero, hay pesados nubarrones en el campo de la economía, en el ambiente climático y en el maltrato a la naturaleza, en la caprichosa mentalización hacia prácticas bárbaras como el aborto, la eutanasia, o sistematización de “familias” con base antinatural de parejas del mismo sexo. Son presagios de derrumbe del universo y de la sociedad.

En el horizonte patrio son muy contrastantes las interpretaciones de cuanto se aprecia en las nubes que en este amanecer del 2015 nos rodean. Hay quienes solo tratan de ver prosperidad y crecimiento en factores positivos, pasos seguros hacía la paz, a cuyo facilitamiento creen que se han de sacrificar hasta postulados de la misma justicia. De otro lado hay quienes solo ven tétricos nubarrones, por percibir inadecuadas medidas en lo económico, o por considerar peligrosos los esfuerzos por concesiones inaceptables, y desestabilizadoras, en mesas de dialogo con la  insurgencia  armada, al tiempo que se tienen oídos sordos al clamor de gentes no inficionadas por la violencia.

Un justo medio entre incontrolados optimismo y pesimismo, ha ser  cuanto pedimos al Dios de amor, de justicia y de paz, que nos depare este amanecer del 2015. Que, con su divina asistencia y la de la Virgen, Reina de Colombia, seamos capaces de adoptar aterrorizadas posiciones de todos, libres de caprichos, y solo anhelantes de lo mejor para una país bueno y noble.     

monlibardoramirez@hotmail.com

*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.